La diferencia entre la errata de periódico y la de los medios
audiovisuales, principalmente las radios, es que la primera queda impresa y
puede mostrarse y la segunda no, porque se ha diluido en el aire y sólo ha
quedado en los oídos de la escucha del momento, con lo que la demostración es
más problemática, aunque es posible que la hayan percibido más personas que la
primera. Esta razón me la daba, hace años, Evaristo Acevedo, autor de las “Enciclopedias del Despiste Nacional”, en
las que recogía sólo las erratas de periódicos y no las de las emisoras, por la
razón apuntada. Entonces para poder publicar esos libros, la censura exigía el
original de dichas erratas y aunque él sabía y contaba muchas ocurridas en
emisoras nacionales, no las insertaba en sus publicaciones.
Esto no quita para que, habiendo muchas muy sabrosas ocurridas a
locutores y guionistas de la radio, se narren más bien en tertulia que con
ánimo de censura, porque la errata es piedra en la que tropezamos todos los profesionales
de la información de cualquier medio.
Aclarado esto, tengo que decir que considero pecado venial cualquier
errata, porque nunca suele ser voluntaria, aunque pienso que muchas veces el
error se produce —y eso no es errata— por ignorancia y atrevimiento a hablar de
cosas de las que no se entiende. Por ejemplo, el miércoles día 22, en el “Diario hablado de Radio Nacional” de las
ocho de la tarde, un locutor dijo, poco más o menos, que “autoridades de España y Portugal, se reunirán en la localidad fronteriza
de Alcántara de la provincia de Badajoz, en los próximos días”. ¿A quién le
ponemos un cero en geografía? ¿Al redactor del diario hablado?, ¿al locutor que
improvisó sobre la marcha? Sucedió así y no podré demostrarlo, pero no somos
una región tan remota como para ignorar
que Alcántara pertenece a la provincia de Cáceres, sin que ello tenga mayor trascendencia.
Diario HOY, 24 de mayo de 1985
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