Pienso yo que se está tomando poco en serio eso de la seguridad ciudadana
y que nuestras autoridades, más o menos, se piensan: “Total, si se trata de cuatro raterías.” En muchos casos esto es
así, pero el mal estado de opinión que nos crean merece tomarse la cosas más en
serio de lo que se toman. Los robos han llegado a estar tan a la orden del día,
que nada más que se descuida uno le birlan lo que lleva, sin posibilidad de
volver a recuperarlo. Eso le ha pasado a doña Inés Gozalo, en la calle Moret,
una de las más céntricas de Cáceres. Resulta que doña Inés dejó un momento en
su suelo una de las bolsas que portaba, miró para otro lado y cuando volvió la
vista se la “habían birlado”; en el
mercadillo franco, los robos están a la orden del día; el último miércoles,
doña Felisa de la Montaña denunció que le quitaron el monedero con 9.000
pesetas; don Nicolás Lozano perdió en el mismo lugar y por el mismo sistema
35.000 pesetas, y hay que pensar en los muchos que no denuncian robos menores,
porque no conduce a nada denunciarlos.
Al lado están los revientapisos, que impunemente se llevan lo que les
apetece, dinero y enseres, en muchos casos joyas, de las que no vuelve a
saberse nada, aunque todos suponemos donde las malvenden.
Con todo, no es esto lo peor ni por lo que recibimos más daño. El verdadero
daño a la larga es ver cómo se asalta a los turistas que vienen confiados a ver
nuestros monumentos y a quedar aquí un dinero, pero por el procedimiento de
ponerles una navaja al cuello como ha sucedido más de una vez en nuestra ciudad
monumental. Me imagino la “propaganda”
que nos harán en sus respectivas naciones. No cabe decir que nuestra ciudad
monumental está vigilada, cuando impunemente se puede pintar de rosa,
consumiendo horas en ello, a la estatua de San Pedro de Alcántara, en el sitio más céntrico del recinto.
Diario HOY, 18 de octubre de 1985
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