Ayer, materialmente, los ciegos fueron asaltados, en Cáceres, a cuenta
de la venta de la nueva lotería. Sospecho que lo mismo habrá pasado en los
demás sitios, y creo que igual pasará cuando pongan en marcha la llamada “Lotería Antigua” y cualquier otra clase
de suerte que prometa cambiarte la vida haciéndote millonario de golpe, o al
menos algo más rico de lo que se sea en el momento.
No sé qué pasará en otros lados, pero pienso que aquí no es cuestión
sólo de la apetencia de dinero que la gente tenga, que la tiene, sino más bien
el asunto se centra en la propia imaginación, en lo que pudiéramos llamar
mágico, y suelen ser más aficionadas a esto las mujeres que los hombres,
posiblemente por ser más imaginativas. En Cáceres, son ellas más aficionadas al
bingo que los hombres, y no porque tengan más tiempo para ello, sino por
imaginación, lo mismo que son mejores clientas de los ciegos y en general de
los vendedores de loterías, pienso que más por la venta de ilusiones que hacen
que por el posible premio efectivo que pueda obtenerse.
Yo diría que es muy de Cáceres el jugar muy poco y echarle larga
imaginación a lo que puede suceder. Esto donde mejor lo vemos es en la lotería
de navidad, donde personas que juegan veinte duros están días y días
regodeándose en lo que van a hacer cuando sean millonarios, como si con veinte
duros de participación se pudiera ser millonario aún tocándole a uno el “gordo”.
La atracción de las loterías, de las suertes en general, tienen aquí
muchos adeptos por el aspecto mágico que entraña el poder cambiar de vida,
aunque sea solo teóricamente. Es el mimo atractivo ingenuo de la búsqueda de
tesoros, de los que en Cáceres llegaron a venderse hasta libros. Todas estas debilidades debe conocerlas
Hacienda y nos tienta por donde más pecado tenemos, parece como si nos dijera
al oído: “La riqueza no se hace
trabajando, no seas tonto, si no haciéndote político o jugando a las loterías”.
Lo malo es que a lo mejor tiene razón, y por eso “picamos” tantos cacereños.
Diario HOY, 5 de octubre de 1985
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