miércoles, 27 de diciembre de 2017

Dicho con respeto


A mí personalmente y creo que conmigo a muchos cacereños, aunque no debo hablar más que de mi propia experiencia, me sorprende la declaración del presidente de la Junta de Extremadura, R. Ibarra, referida a la creación de una fábrica de cigarrillos, rechazada por él, según dice, porque no crea más que veinte puestos de trabajo. Pienso yo que estas cosas industriales suelen comenzarse por poco, porque lo que interesa es comenzar y me suena su salida —dicho sea con todos los respetos que me merece el cargo— como la de la zorra de la fábula de las uvas que viendo que no las alcanzaba no se le ocurrió más que decir “no las quiero, porque están verdes”.
A los cacereños lo que nos importa es que se comience a tratar aquí la materia prima que ya producimos y muy bien y que esto no es cosa de regímenes políticos, sino de los tabaqueros veratos que aprendieron magníficamente a cultivar esta planta y que esperaban, de éste o de cualquier régimen —porque para esto no debe haber colores— que también comience la industrialización, aunque sea con una pequeña fábrica de sólo veinte puestos de trabajo, porque como dicen los chinos,  un largo camino comienza con el primer paso, y lo importantes es darlo”. Aquí todavía no hemos dado ese primer paso para la manufactura tabaquera y creo que es por lo que debemos comenzar, aunque al presidente extremeño no le parezca cosa importante. Los miles de plantas de tabaco que ahora se siembran  recogen en Extremadura comenzaron con la siembra de una primera planta, en la Vera, tras de la pérdida de Cuba y con el solo fin de ver si los agricultores veratos aprendían el cultivo de la planta y se interesaban por ella, siempre bajo la supervisión del monopolio, por que el tabaco estaba —y creo que sigue estando— prohibido de sembrar libremente.
Fíjese, señor presidente, todo lo que vino tras de aquella planta y piense seriamente que su rechazo no nos ha beneficiado en nada, aun suponiéndole en todo ello una buena intención, de las que dicen están llenos los infiernos.
Diario HOY, 28 de septiembre de 1985

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