domingo, 17 de diciembre de 2017

Actualizar funciones


(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
Me alegra el que la Permanente Municipal haya acordado estudiar la situación patrimonial de la ermita de San Marquino, para ver de adecuarla como centro social de la barriada de este nombre. Esta gestión la han pedido los propios vecinos de la barriada, preocupados porque el pequeño e histórico monumento pueda venirse abajo. Su mayor valor es el de su antigüedad y el que se debió erigir cuando Alfonso IX de León vino por última vez a reconquistar Cáceres, allá por el siglo XIII, instalando el campamento de asedio a nuestra ciudad —mora entonces— precisamente en el altozano de San Marquino. Es más, la primera misa que se dijo en Cáceres tras de la reconquista, se dedicó a San Marcos, aunque en otra ermita pegada a la muralla, lo que quiere decir que la advocación de los conquistadores cristianos era la de este santo evangelista.
Digo todo esto, por interesar a todos en la conservación de esa ermita, que es un trozo de la historia de Cáceres. La otra, en la que se dijo la primera misa, se perdió por los años cincuenta sin pena ni gloria, y fue una lástima el derruirla para nada, puesto que el muñón de su base ha quedado en la calle Miralrío.
El cambio de función, para mí, es lo de menos. Si como ermita es problemático conservarla, me parece muy bien se convierta en salón social de la barriada, dándole una función moderna. Algo así se hizo en San Francisco, transformándolo en auditorio. También algo parecido se hará con el palacio de los Duques de Valencia, convirtiéndolo en oficina de la Diputación y transformaciones parecidas, de funciones, habrá que hacer con el resto de los palacios cacereños si es que no queremos que se nos vengan abajo, aunque haya que transformarlos interiormente para su nuevo cometido.
Diario HOY, 7 de junio de 1985

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