Dudo yo mucho que los veintitantos mil cazadores que salieron al campo
el pasado domingo, en la apertura de la veda, se hayan leído, ni aun a medias,
la orden de 22 de julio de 1985 por la que se establecen los periodos hábiles
de caza durante la presente temporada, ni hayan prestado mucha atención a los
nueve o diez folios de apretada lectura que, firmados por Juan Serna, se
incluyen en el “Diario Oficial de
Extremadura” de 25 de julio de 1985. Lo que más o menos saben es que la
caza menor salía el día 20, o sea, el
pasado domingo y se podrá cazar hasta el día 2 de febrero del próximo año, sólo
“los jueves, domingos y festivos de
carácter nacional y en toda clase de terrenos cinegéticos”.
Sabe el cazador cumplidor, que por mucho que decrete Serna en el
territorio regional, poco caso harán de lo decretado los furtivos, que leen aún
menos ese boletín, y que se saltan a la torera cualquier norma por muy bien hecha
que esté. Lo que pasa con la caza es que se aprende en el campo y ejercitándola
y de nada vale decretar si no hay guardería suficiente para hacer cumplir las
leyes a los que habitualmente no las cumplen, porque los otros —los
cumplidores— cumplirán con guardas o sin ellos. Pues bien, tras la experiencia
de ese primer día, en general la gente vuelve desilusionada porque “no hay un bicho” ni en lo libre ni en lo
acotado. Pero, en este primer año en que la caza está en manos autonómicas, hay
una cosa que no acaban de entender los cazadores cumplidores, que es el por qué
se elige el jueves y no el sábado como era antes, ya que el jueves es un día
normal de trabajo (para los que lo tienen) que obligará a solicitar permiso de
las empresas o renunciar a salir. A los no cumplidores les es igual, porque
seguirán cazando cuando les venga a en gana.
Diario HOY, 22 de octubre de 1985
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