Continúan los incendios a lo largo de toda la provincia, y de toda
España. Ayer nos referíamos a la frialdad de las notas oficiales, a las que nos
estamos acostumbrando y encogiéndonos todos un poco de hombros por aquello de “mal de muchos…”. Pero esto no aminora ni
resuelve el asunto de los fuegos, que cada vez se incrementan en número y
proporciones y que cada verano están dejando a España un poco más pobre, aunque
a los pirómanos que los provocan les importe un pito el concepto patrio.
Lo que yo pienso, y creo que conmigo muchos de a pie como yo, es que
esto no se está tomando en serio por quien debiera hacerlo: modificando la
legislación si se quedó obsoleta; buscando a los responsables del cerillazo;
obligando a tener los terrenos limpios, porque se da el caso de que a veces se
cobra una subvención por limpiarlos y no se emplea en ello; exigiendo
responsabilidades a los responsables directos del fuego, si se los encuentra, y
a los responsables secundarios, que pueden ser esos dueños de terrenos sin un
mal cortafuego,
Decíamos que hay mucha picaresca en esto y que, por la razón que sea,
se disimula, porque la mayoría de los fuegos son intencionados como suele
demostrar su comienzo por varios puntos a la vez. Ni la colilla del descuidado
podría provocar tantos, ni el cristal roto de una botella tiene siempre la
culpa, aunque cómodamente se la echemos para no complicarnos la vida. Se queman
cotos, por envidias; terrenos del que se cree rico o burgués, por lo mismo; se
pagan cantidades por dar cerillazos a otros, para cobrar el seguro. Hay mucha
manipulación en todo esto y no nos atrevemos a hablar de ella porque es más
cómoda la postura del avestruz, y esto a todos los niveles, pero de seguir así
desertizaremos a España en pocos años más.
¿Quién está interesado en ello?
Diario HOY, 26 de julio de 1985
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