Hay algo que no debe pasarnos desapercibido, porque ha sido uno de los
pocos aciertos en el largo programa de festejos de las pasadas ferias: el encuentro
de las Bandas de Música de la región.
Ya señalamos ese acierto, pero es necesario volver sobre él porque
como agrupaciones musicales nuestras bandas de música tienen un largo
historial, viven unos momentos precarios de su historia, no deben morírsenos por una desatención de
los que deberían atenderlas y un encogimiento de hombros de todos.
En otros países las agrupaciones de música populares son las
orquestas, pero en el nuestro esta popularidad se ha volcado en las bandas
montadas más sobre instrumentos de viento y percusión, quizás porque la psicología
del español vaya más con ese tipo de música. Cierto que mucha de la función que
cumplieron en el pasado no la cumplen ahora. En muchas localidades la banda era
la única cantera musical, porque mantenía una academia de formación en la que
aprendía la juventud; era la única ocasión para el pueblo de oír música en vivo
y quizás todo esto ha pasado ya un poco a la historia, pero sigue manteniendo
su atractivo popular y su música es la que más arrastra al pueblo. Lo malo es
que todo ese servicio del pasado suele olvidarse y el presente se sustituye por
el ruido de un tocadiscos y unos altavoces a toda potencia —o por cuatro “rascatripas” que aporrean los
instrumentos—. La Banda era algo más serio, a lo que deberíamos prestar mayor
interés.
La Municipal de Cáceres acaba de cumplir su 105 aniversario y su
centenario pasó sin pena ni gloria para los que suelen organizar follones por
todo lo alto con menos motivos, ¿No es suficiente para una agrupación musical
municipal el haber recreado los oídos de los cacereños durante más de un siglo
para que se le diga gracias? Ahora tenemos mucho conservatorio y muchas
autoridades musicales, pero nadie pía.
Diario HOY, 5 de junio de 1985
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