En todo en esta vida hay que tener buen cartel. Ya saben aquello de “cría buena fama y échate a dormir” que
puede servir para cualquier orden de cosas de la vida, desde un político a unas
rebajas de agosto, porque la fe de la gente en la gestión de uno y en la
calidad de lo adquirido en la otra dependerá del grado de credibilidad que
queramos darle.
No merece la pena hablar de los políticos, de los que estamos hablando
todo el año, para bien o para mal, pero sí de las rebajas que son las que
animan esta atonía veraniega de agosto. Es curioso saber que una gran cantidad
de gentes creen que en esto de las rebajas “hay
truco”; vamos, que el comerciante no pierde un duro, no sólo porque el artículo
ya estaba bastante cargado de por sí, sino porque hay establecimientos en los
que la rebaja se nota solo por el cartel del escaparate y no por la bajada de
los precios. Otros piensan que hay galerías y almacenes que se dedican a hacer
artículos propios para las rebajas —de peor calidad— lo que explicaría que en
esas galerías tengan rebajas durante todo el año. En cualquiera de esos casos,
si es cierto que existen, el comerciante se engañaría solo. Cierto es que hay una
picaresca comercial que tiende a engañar, en el mejor sentido, como es el poner
el cartel de precio de 999 en lugar de mil, que si tuvo su efecto psicológico
hace años, ahora no lo tiene, porque el cliente ha aprendido a marchas
forzadas, ya que la congelación o disminución de sus ingresos le ha obligado a
ello. Ahora los clientes miramos la peseta tanto como el comerciante, porque la
crisis es común a unos y a otros, por lo que las rebajas, si no lo son, se nota
y la clientela se retrae y espera a las rebajas de tal o cual establecimiento,
cuyos nombres no vamos a decir porque no parezca publicidad, pero que en Cáceres
los conocemos todos. Aquí es frecuente sorprender conversaciones de este tipo:
“No, no me compro ahora tal cosa, yo
espero a las rebajas de fulano” (y aquí el nombre comercial que no debemos
decir). Aquí hay algunos establecimientos que han logrado llegar a esa fama,
pero la mayoría no. En fin, para entendernos, que aquí en Cáceres y en este mes
hay infinidad de establecimientos con el cartel de “rebajas”, pero los que realmente las tienen pueden contarse con los
dedos de una sola mano, y nos quedamos largos.
Diario HOY, 25 de agosto de 1985
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