Ningún cacereño duda a estas alturas que don Fernando Valhondo Calaff
fue un benemérito cacereño cuyo amor a su patria chica le hizo dejar toda su
fortuna —que era cuantiosa para su tiempo— en beneficio de la ciudad que le vio
nacer y de sus convecinos, que de algún modo se han beneficiado o se benefician
de ella.
Como habrán adivinado, nos estamos refiriendo al don Fernando que creó
la que hoy día conocemos como “La
Fundación Valhondo Calaff”, gracias a la cual funcionan una serie de
instituciones den Cáceres, puesto que la Fundación ha dado y da albergue, entre
otras cosas, a la Facultad de Letras de nuestra Universidad de Extremadura, que
de no haber sido por ella se hubiera encontrado sin lugar donde cobijarse.
Dio también albergue a lo que fuera en su tiempo la Jefatura Provincial
del Movimiento, en un local que la Fundación tiene en la Plaza Mayor, que fue
en el que vivió el propio don Fernando. Hoy día ese edificio alberga a una
serie de instituciones, entre ellas algunas de carácter benéfico, y albergará a
las personas o entidades que decidan los actuales o futuros gobernadores, que
son los presidentes natos de la Fundación.
Entre todos los beneficiados, solamente la Facultad de Letras ha tenido
la atención de poner un busto del fundador en el jardín de la Facultad. Los
demás nos hemos olvidado de él y de su deseo de que sus restos mortales
reposaran en Cáceres, ya que él murió en Madrid durante la guerra. El alcalde
actual prometió gestionarlo todo en contacto con la propia Fundación y parece
ser que se ha olvidado de ello, puesto que el panteón adquirido por la
Fundación para depositar los restos sigue siendo depósito de material del
cementerio y está sin limpiar ni adecentar y está sin limpiar ni adecentar para
ello. La promesa se ha olvidado, puede que por indolencia de los cacereños, que
somos de ese modo.
Diario HOY, 17 de octubre de 1985
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