Al igual que existe el proyecto de que los que quieran ejercer el
deporte de la caza tengan que examinarse y sacar un determinado carnet para
poder “darle gusto a la escopeta”,
debería exigirse un examen y un carnet para poder ejercer el campismo, aunque
mejor diríamos para “licenciarnos” en
civismo, que en definitiva es el palo al que fallamos la mayoría de los
españoles y a todos los niveles. No me voy a referir al civismo dentro de la
ciudad, sino al respeto de la naturaleza y de nosotros mismos, en las
excursiones campestres.
Aún no ha comenzado la temporada de las salidas dominicales al campo,
pero se viene ya aproximando el buen tiempo y la llegada de la primavera
anuncia ese deseo de muchas familias de pasar el domingo en campo propio o
ajeno, para olvidarse un poco de la rutina diaria de la ciudad y del propio trabajo.
Pero lo triste de todo esto es que los sitios más bellos, y por tanto más
frecuentados, los tenemos hechos unos verdaderos basureros a cuenta de la
salidas del pasado año, basureros sobre los que se volverá a volcar la incuria,
el abandono y desaseo de la presente temporada, para acabar convirtiendo lo que
es bella naturaleza en basureros permanentes. Si ustedes no lo creen, pueden
darse una vuelta por los alrededores del pantano del Salor, al que se ha
llamado playa natural de Cáceres, y en el que siguen existiendo los
desperdicios de pasadas excursiones, sin que nadie —o muy pocos— se hayan
ocupado de enterrarlos o hacerlos desaparecer, pero no en el fondo del embalse,
porque esa es otra de las atrocidades que allí hacen los excursionistas cada
año, consiguiendo no sólo ensuciar las aguas y hacer peligrar las especies piscícolas
del mismo, sino que como se tiran latas y botellas son ellos mismos los que se
tienden trampas para el baño próximo en esas mismas aguas, en las que suelen ser
frecuentes los cortes y heridas en los pies de los bañistas. Ahora las hierbas
han logrado tapar algunas de estas basuras, pero si se aceran y las apartan
aparece un fondo de latas de conservas, botellas y recipientes de todas clases.
De esta incuria general sólo se salvan los componentes del Club
Camping Caravaning.
Diario HOY, 2 de abril de 1987
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