Hay una serie de noticias que se vienen dando, relacionadas con el
posible regreso, que no fuga, de industrias corcheras catalanas a nuestra
región, al abrigo de las ayudas otorgadas, muy inteligentemente, al sector, por
la Junta de Extremadura. Es más, Maciá Alavedra, consejero de Industria de la
Generalidad, ha llegado a decir que algunas industrias corcheras catalanas que
se vinieron a Extremadura han tenido posteriormente que regresar a Cataluña,
aunque se confiesa que allí están trabajando para conseguir una marca de
calidad del corcho catalán.
Todo esto me hace salir al paso, para recordar algunos aspectos
históricos del corcho y su industria en Extremadura y del expolio que de este
sector y de los lavaderos de lanas, que fueron industrias punteras en nuestra
región, hicieron los industriales catalanes de aquel entonces.
En Cáceres y en Extremadura, a principios de siglo, había industrias
de explotación y manufactura del corcho que, ciertamente, habían montado los
catalanes, o al menos se habían ido quedando con ellas, como se habían ido
quedando con los lavaderos de lanas y con
las pequeñas y artesanales fábricas de paños. En Cáceres todavía se
conocen las naves, que hoy se llaman de “Alcoresa”,
como “La fábrica de corcho”, porque
allí funcionó una manufactura de este tipo de gran importancia. Es más en lo
que hoy es Colegio de la Inmaculada (Casa de los Pereros) funcionó una fábrica
corcho-taponera, cuyas instalaciones visitó
o inauguró, en uno de sus viajes a Cáceres, la Infanta Isabel, “La Chata”, y en Arroyo y otros muchos
pueblos había industrias relacionadas con el corcho que fueron cayendo, en una
lenta operación, en manos catalanas para, finalmente, trasladar las fábricas a
Cataluña y dejar aquí algún encargado que se ocupara de la extracción y el
envío de la materia prima. Igual ocurre con los lavaderos y con los telares,
aunque esto es materia para tratar más extensamente.
Diario HOY, 6 de agosto de 1987
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