En más de una ocasión nos hemos referido a la marginación gitana que,
en muchos casos, provocan los propios gitanos cuya vida y costumbres no suelen
adaptarse a la sociedad en que viven, cosa que para ellos es un orgullo secular
porque mantienen puras muchas de sus costumbres, pero para la sociedad en que
están enquistados suele ser molesto en muchas ocasiones y, en algunos sitios
(no aquí en Cáceres), han dado lugar a rechazos violentos de este colectivo
marginado, quizás por automarginación.
Todo esto puede ser cierto y hay que admitirlo así, lo que no es
lógico, justo, ni cristiano (aunque esto último suene a trasnochado) es que nuestra
propia sociedad y nuestras instituciones
oficiales y particulares que se llaman justas y ejemplares, sean las que abusan
del gitano , porque el gitano —muchas vedes analfabeto— no sabe utilizar los
canales de defensa que tiene la sociedad
paya (como no los saben utilizar los payos analfabetos).
El problema lo hemos señalado estos días atrás en algunas de nuestras
secciones, pero no importa volver sobre él, más seriamente. Resulta que en la
barriada gitana de “El Carrucho”
existe un transformador de energía eléctrica que proporciona luz a diversas
familias gitanas. Estas familias tienen obligación de pagar sus recibos que les
cobra Iberduero, pero como algunas de esas familias están retrasadas en sus
pagos, la forma de presionarles para que paguen es cortarle la luz a todos, a
los que pagan y a los que no pagan, que llevan sin luz (y sin que nadie se
ocupe de resolverles su problema) más de siete días. No entramos en
tiquismiquis de si el transformador es o no de la entidad que cobra los recibos.
Lo que nos parece totalmente injusto es tener sin luz a familias que los pagan,
porque otros gitanos no los paguen.
Diario HOY, 13 de junio de 1987
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