Yo ya no sé a qué achacar las cosas: a falta de interés, a falta de
coordinación, a personalismos en los que no “se reparte juego” y no se responsabiliza a cada cual en su parcela,
ocurriendo que cuando el que centraliza todo falta, o se olvida, todo anda de
cabeza. Parece es este el caso municipal de Cáceres a juzgar por una serie de
pequeños detalles que, al fallar, chafan lo que viene siendo el empujón y
empeño de todos.
Sucedió el pasado día 23, festividad de San Jorge en que no fue
encendida la iluminación extraordinaria de nuestra ciudad monumental, siendo el
día más señalado para ello y, por si fuera poco, volvió a suceder el pasado
viernes, festividad del uno de mayo, el sábado y el domingo último. Cosa
extraña cuando hay órdenes del alcalde (eso dice él) de que se encienda esta
iluminación todos los fines de semana, dado que estamos en la celebración de
haber sido incluidos en la lista del patrimonio de la Humanidad y en las “inmediaciones” de las Fiestas Medievales
que así lo van a festejar y con afluencia de más gente que nunca a ver nuestra
ciudad, y sobre todo la monumental, que es la que ha dado lugar a tal
designación.
Se da además el caso de que el viernes y sábado pasados era el “besamanto” de despedida a la patrona,
Nuestra Señora de la Montaña, con lo que había colas de cacereños, que llegaban
desde la Concatedral, donde estaba la imagen, hasta la propia Plaza Mayor, pero
como esas calles —sin la luz extraordinaria— están a oscuras, estos cacereños
tuvieron que aguantar la casi oscuridad, señalando la desatención o el olvido
del Ayuntamiento. Al alcalde le preguntamos ayer qué es lo que había pasado y
nos dijo que no lo sabía, porque había estado fuera, pero que se enteraría.
Esperemos a ver qué nos dice don Juan Iglesias y, sobre todo, a ver si se evita
el que estas pequeñas cosas, que tanto irritan al vecindario, vuelvan a
suceder. Es pedir bien poco.
Diario HOY, 5 de mayo de 1987
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