Esto de la afición taurina en nuestro pueblo está más arraigado de lo
que podría pensarse. Lo taurino lleva un arraigo de siglos y esta es una
fiesta, nacional, a la que se ha llegado por decantación de los genes ibéricos
que la mayoría de los españoles debemos llevar dentro,
Lo de antitaurino es una beatería nueva, de origen inglés, que también
tiene su tiempo de existencia y tergiversaciones, Una de ellas es que un
periódico alemán afirma que en España se queman 20.000 toros anuales. Ustedes me
dirán que forma de entender la fiesta es esa en la que se afirma que aquí se
queman los toros.
Pero dejemos eso aparte para afirmar algo que yo presencié hace años:
un filipino vino a ver a sus parientes cacereños, coincidiendo con una de
aquellas ferias en las que se hacían un montón de corridas. No había visto la
fiesta de toros nunca y era contrario a ella, pero fue a la corridas y, tras
ver la primera, era el más encendido defensor de la fiesta y presumía de
entender más que nadie de ella.
Todo esto viene a cuento de que, la mucha afición taurina cacereña
está indignada con que Cáceres se haya quedado sin toros y cada cual lo expresa
y explica como puede: algunos quieren manifestarse, otros culpan al alcalde,
otros piden la dimisión de la Comisión de Festejos, otros se lo toman a guasa y
dicen que, al menos, debería haberse avisado al vendedor de almohadillas, para
que no estuviera estos dos días a la puerta de la plaza, sin vender una. Pero
hay una sospecha generalizada, que está tomando cuerpo, y es que en esto
ha habido alguna maniobra ecologista de
algún miembro antitaurino de la Corporación Municipal. Yo no paso a creer que
esto haya sido así pero quíteselo usted de la cabeza a los aficionados a la fiesta.
Diario HOY, 3 de junio de 1987
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