Pienso que cada pueblo tiene lo que quiere, y por tanto no es lógico
que el grupo mayoritario de la oposición de la Diputación, se asombre en el
primer pleno de constitución y reparto de responsabilidades y competencias,
porque los socialistas, por obra y gracia y resolución del presidente Veiga, se
lo queden todo y comiencen pasando el rodillo, con mucho más descaro que en la
pasada legislatura. La misma composición de la actual Corporación nos anticipa
ya que el “concierto” que piensan
darnos los diputados socialistas durante estos cuatro años de gestión, va a ser
un “solo” monocolor y monocorde, en
el que la oposición va a “tocar el pito”.
Quince diputados del PSOE, contra ocho de AP, a los que en todo caso
—y no siempre— pueden sumárseles los dos del CDS, no pueden alcanzar equilibrio
alguno en un organismo tan importante como la Diputación. Si la Corporación
fuera orquesta, a la oposición le habría correspondido la percusión y el
triángulo, que pueden armar algún ruido, pero que nunca pueden llevar la
melodía. La melodía la va a llevar Manolo Veiga y sus muchachos socialistas, al
igual que la llevaron —con menos rotundidad por bisoños— durante los cuatro
años anteriores. Ni que decir tiene que, estos próximos cuatro años, la
Diputación socialista va a hacer lo que le venga en gana, quizás molestados con
un posible mosconeo de la oposición, incómodo, pero no preocupante.
¿Esto es bueno o malo? Pues verá usted, esto es exactamente lo que ha
querido nuestro pueblo, que lo ha votado así y, bueno o malo, nuestro pueblo se
lo tiene que tragar durante otros cuatro años. Y si al final de ellos le
pareciera malo, tendrá que votar otra cosa, porque la democracia tiene estas
cosas.
Diario HOY, 8 de agosto de 1987
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