(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
A la vista del nuevo hallazgo ocurrido en la finca de Cáceres el
Viejo, del que dábamos cuenta en nuestra sección “La calle al habla” del pasado domingo, convendría volver a
replantearse la oportunidad de la excavación de toda ella, o por lo menos de lo
que fuera el viejo campamento romano que le da nombre y que es del que Cáceres
procede, al decir de los entendidos. En dos ocasiones, a principios de siglo,
fueron extranjeros los que hurgaron en la finca, pero nunca hubo una excavación
de científicos nacionales y mucho menos locales, posiblemente porque en aquel
entonces el nivel científico de nuestra arqueología estaba en paños menores y
era mejor traer “sabios” forasteros
que de casa, como fue el caso de Adolfo Schulten, uno de los más entendidos en
su tiempo, profesor de Historia Antigua en la Universidad de Erlangen y que
excavó por Italia, África y España. En nuestro país fue el que excavó Numancia
y el campamento de Cáceres el Viejo, entre otros. En dos ocasiones excavó en
Cáceres, por los años veinte y otra por los años treinta. La excavación de
Schulten, en cuanto a extensión, fue realmente pequeña y él mismo indicaba que
debería seguirse excavando el recinto del campamento en el que no pudo
continuar, porque se terminaron “las
perras” destinadas a esta aventura histórica, que creo fue patrocinada por
el desaparecido “Ateneo Cacereño”. De
todos modos, con ser pequeña la excavación, se sacó mucho material de ella y,
aunque el profesor Schulten tardó en publicar en castellano sus impresiones e
informes, lo cierto es que dio bastante importancia a lo descubierto, algunos
de cuyos materiales están en nuestro Museo de las Veletas, aunque otros muchos
viajaron con él a Alemania, para ser clasificados y no volvieron nunca.
No sé de quién es la finca en la actualidad, aunque tengo entendido
que una parte es del Ayuntamiento y la otra más amplia está en manos de
particulares a los que la Diputación ha hecho una oferta para adquirirla con
estos fines arqueológicos de los que hablamos. No sé en qué quedará esto.
Diario HOY, 31 de marzo de 1987
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