Tras de ver el primer día de “Festivales
Medievales”, que conmemoran la designación de Cáceres como Patrimonio de la
Humanidad y en los que se van a gastar
un buen puñado de millones, tengo que decir que estoy con los Festivales y con
los que tuvieron la feliz idea (al menos para mí) de organizarlos, cuesten lo
que cuesten.
Digo esto por varias razones que voy a tratar de explicar de una forma
sencilla, para que los detractores —que los hay— de esos Festivales, al menos
los de buena fe, tengan un elemento más de juicio. Hay quien dice que ese
dinero hubiera estado mejor empleado en otras cosas como la pavimentación de
las calles, que están indecentes, con lo que nos hubieran dejado un Cáceres
magníficamente urbanizado. Es posible que ello, teóricamente, pudiera ser
cierto, pero sólo teóricamente, porque las pavimentaciones de calles tienen ya
su presupuesto y creemos que el hacer algo sonado para conmemorar la
designación de Cáceres como Patrimonio mundial, cosa que no suele ser corriente
ni de todos los días, bien merece la pena de gastar una treintena de millones,
para que el pueblo se divierta y lo festeje, que es a mi juicio de lo que se
trata y también para el mismo fin que tuvieron los viejos festivales
folklóricos hispanoamericanos de los que tanto se sigue hablando aún y en los
que se gastaba, en aquel entonces, tanto o más dinero.
Otros dicen que los festivales se hacen con fines electoralistas. Es
posible que así sea, pero gracias a esos fines llegará al pueblo una cosa digna
de verse. Si las campañas electorales se montaran sólo a base de entretener,
divertir y enseñar algo al pueblo, eso ganaría el pueblo porque al fin y de una
forma u otra cada partido arrima el ascua a su sardina y es mejor que lo haga
de forma que el pueblo participe y saque al menos algo que recordar y no sólo
las paredes sucias de carteles y a cabeza llena de candidaturas y promesas que
no suelen cumplirse.
Finamente, el precio popular de los festivales me da ocasión de decir
que se han hecho para todos con lo que, de lo empleado, algo sacará el pueblo,
aunque sólo sea ver ese espectáculo de “luz
y sonido” que recoge la historia de Cáceres y Extremadura.
Diario HOY, 6 de mayo de 1987
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