Extremadura, por ignorada, se presta mucho a servir de América
peninsular para mucho papanatas que en alguna ocasión, y sin mucho bagaje cultural,
accidentalmente descubre alguna de nuestras tradiciones, que no suele entender
en absoluto y se cree un Colón o se erige en juzgador de algo que realizan
nuestras gentes que, dicho sea de paso, están de vuelta de descubrir y
conquistar el mundo, no sólo con la espada, sino con el intelecto, porque al
lado de los Pizarro y Cortés tenemos a los Muñoz Torrero, redactor de una
Constitución admirada por el mundo; los Donoso Cortés, los Torres Villarroel y
otras muchas destacadas personalidades del saber humano, que hubieran brillado
más si Extremadura hubiera tenido menos abundancia donde elegir hombres
excepcionales que, cualquiera de ellos, podría ser por sí solo la gloria y el
orgullo de otras regiones y aun de otras naciones, menos afortunadas que la
nuestra en producir hombres tan excepcionales y tan seguidos.
Viene esto a cuento, porque un hombre ignorante llamado Alfonso Olmedo
de Castro, que vive en una urbanización de un pueblo de Málaga, que lleva
nombre de un santo de Extremadura, San Pedro de Alcántara, se ha permitido
desde su pequeñez y estrechez mental, juzgar a todos los extremeños en una
carta que envía al alcalde de Villanueva de la Vera, tras presenciar las fiesta
del “Pero Palo”, de la que ha hecho
fotocopias para repartirlas y en las que dice, tras otros muchos insultos a la
región, textualmente: “Supongo que usted,
como todo su pueblo, será analfabeto también y tendrá a mano a alguien que le
leerá esta carta repetidas veces para que se entere.” La fotocopia de la
carta, un libelo de mala baba, nos la envía una vecina de Villanueva de la
Vera, con una contestación que entendemos no merece la pena publicar, porque
visto el chozo se conoce al guarda, y visto el contenido de este rebuzno escrito
que es la carta de Alfonso Olmedo, se adivina su mente cuadriculada y su ignorancia
enciclopédica, aparte de su atrevimiento de juzgar a un pueblo por una
tradición que, ni entiende ni entenderá en la vida, de no ser que le fundieran
de nuevo.
La lástima es que hay muchos Alfonsos Olmedos por esos mundos de Dios
para los que el mejor desprecio es no hacerles aprecio.
Diario HOY, 28 de marzo de 1987
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