Una cosa es que los políticos llegando estos tiempos de las campañas
electorales, que son como una especie de celo o berrea (dicho sea sin ánimo de
ofender y solamente porque se está celebrando un congreso de caza), se pongan
de dulce, como suele decirse, besando a los niños, cediendo la acera a las
ancianas, ayudando a pasar los semáforos a los ciegos e interesándose por la
vida nuestra y de nuestras familias (que el resto del año les importan un pimiento)
y otra muy distinta es que se pongan pesados y se empeñen en convocarnos
diariamente a los profesionales de la información, una y otra vez, para
contarnos lo bien que lo han hecho en los cargos que han desempeñado hasta el
momento y lo bien que lo van a seguir haciendo de aquí en adelante. Y no es que
te lo cuenten, conjuntamente, los miembros de una misma agrupación o partido,
sino que para que cunda más, citan ruedas de prensa uno por uno, y cada cual te
cuenta su gestión, como si el pueblo y los administrados no la supieran de
sobra y la hubieran valorado ya, antes de que el interesado la cuente.
Yo pienso que en esto de la política y la ocupación de cargos, que
para muchos son una especie de paraíso, no sucede como la religión que, por
mucho que se haya pecado a lo largo de una vida, si hay un arrepentimiento a última hora uno
alcanza el cielo (que en este caso sería el sillón).
Diario HOY, 16 de mayo de 1987
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.