La Policía Municipal se nos ha convertido en algo muy serio que,
echando la profesionalidad por delante, cada día ha ido asumiendo más funciones
y haciéndosenos más imprescindible a los ciudadanos. Ellos lo saben así, y
hasta han creado su Asociación Profesional de Policía Municipal de Extremadura
que es la que acaba de realizar el IV Congreso Regional, en el que,
simplemente, buscan el reconocimiento de esa misma profesionalidad y la
conciencia de unidad, como tal cuerpo, en toda Extremadura. Yo creo que es algo
que se han ganado a pulso los policías municipales y por mi parte, y creo que
por parte de la mayoría de los ciudadanos, ya cuentan con ese reconocimiento
Digo esto, porque yo he llegado a conocer a aquella Policía Municipal
antigua y entrañable que tenía el bellísimo nombre de “Celadores”, mucho más castellano y castizo que el que ahora tienen,
aunque a decir verdad, los niños de mi tiempo, por aquello de que no nos dejaban
jugar al balón en las calles, les conociéramos por los motes de: “guindillas” y “botes”, aunque en poblaciones donde todos nos tratábamos les
conociéramos más por sus nombres de pila, apellidos o mote familiar: Galiche “El Bimba” o el señor Sevilla. A este
último le conocí muy viejecito y los chavales estábamos continuamente
preguntándole la hora, por verle sacar un original y enorme reloj de bolsillo,
digno de un museo. Ese reloj y el de Alvarito Moruno, fueron los relojes más
famosos del Cáceres de su tiempo.
Pero volvamos a lo nuestro, aquellos antiguos celadores se nos han
convertido en verdaderos profesionales que no tienen nada que aprender de
ninguna otra policía, porque ellos conocen mejor que nadie sus localidades, sus
funciones de tráfico, vigilancia y protección lo saben hacer mejor que lo pueda
hacer cualquier otro Cuerpo, de los muchos que ha habido y hay. Eso es lo que
debemos reconocerles de una forma oficial, porque el pueblo ya se lo ha
reconocido. Y lo único que habría que pedirles es que siguieran siendo tan
amables como aquellos viejos celadores.
Diario HOY, 24 de mayo de 1987
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