Todo lo que podamos decir los cacereños la gestión, en su tiempo, del
que fuera primer alcalde socialista de Cáceres, don Antonio Canales, es poco.
Por ello, es agradable que ahora que las inquinas y diferencias se han
serenado, se dedique una plaza a la memoria a este hombre que no tuvo más norte
en su gestión que hacer todo el bien que pudo a nuestra ciudad. En el fondo, a todos
los cacereños nos duele el que el pago que Canales recibió por su amor a Cáceres
fuera un paredón de fusilamiento. Así de injustas son las guerras, y más las
guerras civiles entre hermanos. No es momento de analizar culpas de nadie,
porque la Historia ya ha juzgado a los que pudieron tener responsabilidades en
aquellos momentos atroces de las armas, y porque Cristo nos dio el ejemplo de
que el mayor favor a la Humanidad tiene como pago y contrapartida la muerte
injusta. Pero no queremos remover viejas heridas que ya no solucionan nada,
sino tener un recuerdo de gratitud, sin ponernos trágicos, al que fuera ese
alcalde pequeño de talla y grande corazón que se llamó Antonio Canales, o “Bigote”, como cariñosamente le llamaban
sus amigos y convecinos, porque usaba un bigote de grandes guías que le valió
ese cariñoso remoquete.
Don Antonio Canales fue alcalde de Cáceres en dos ocasiones y en ambas
se preocupó de trabajar a favor de su pueblo y de sus convecinos, sin mirar
credos políticos o diferencias.
La primera fue del año 1931 al 1934, en que le sustituyó otro buen
alcalde de Cáceres como fue don Antonio Silva Núñez, cuya preocupación principal
fueron los jardines. Don Antonio Canales volvió a ser elegido alcalde en 1936,
hasta la guerra civil, ya que el 20 de julio de 1936 fue sustituido por una
Comisión Gestora que encabezaba don Manuel Plasencia, hasta que se nombró
alcalde a don Luciano López Hidalgo, también en el año 1936. Prácticamente, don
Antonio Canales “gobernó” el Ayuntamiento
en un corto periodo, pero el suficiente como para hacerse querer de todos sus
convecinos que ahora le hacen la justicia de dedicar una plaza a su memoria.
Diario HOY, 28 de abril de 1987
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