Hay profesiones y oficios que se están perdiendo por la lógica
evolución de los tiempos. Qué duda cabe que, de hacer un mueble de artesanía a
hacerlo con máquinas hay un abismo, sobre todo en el precio final que este
mueble tendrá y en el acabado del mismo que, de ser pieza única pasa a ser una
más de una serie hecha como se hacen los churros, uno tras de otro. Sucede esto
con los oficios artesanales principalmente, muchos de ellos perdidos para
siempre. Pero ocurre que hay ciudades especiales que necesitan de estos oficios
y de estos artesanos para poder seguir estando a punto. Yo no sé si ustedes han
visto los albañiles acuáticos de Venecia, que son únicos de esa ciudad, porque
le son necesarios hasta el punto de que Venecia, sin ellos, dejaría de ser la
Venecia clásica que conocemos, para convertirse en un “pastiche” tipo decoración cinematográfica.
Bien, pues un poco de eso comienza a ocurrir con ciudades
monumentales, como la de Cáceres, donde
en su recinto no sólo hay que utilizar materiales auténticos, sino artesanos
para poner ese material, que sepan hacerlo por técnicas artesanales
tradicionales. Ejemplo pudiera ser el revestir una pared, que azota el agua,
con tejas árabes, en vez de planchas de uralita, o hacer unas rejerías de forja
y no imitaciones, o labrar la cantería como supieron hacerlo en su tiempo Gil
de Ontañón u otros maestros. Esto, que puede parecer una tontería, no lo es en
absoluto. Podemos decirles que, no hace tanto, cuando hubo que empedrar una de
las plazas del recinto monumental no se encontraban maestros empedradores y la
técnica artesanal se había perdido totalmente, por lo que hubo que recurrir a
algún viejo maestro jubilado, que indicó cómo debía hacerse. ¿Se sabría hacer
ahora un escudo esgrafiado, como el que existe en la fachada del palacio de
Hernando de Ovando?. Posiblemente no. Por ello nos parece de maravillas la
labor que viene haciendo, de recuperación de técnicas y técnicos artesanos
entre la juventud, la Escuela Taller de la Universidad Popular de Cáceres,
porque con ella se cumplen dos finalidades: conservar técnicas que se van
perdiendo o se han perdido y hacer un servicio a una ciudad monumental como la
nuestra, que necesita de esos artesanos y esas técnicas para seguir estando
viva.
Diario HOY, 27 de mayo de 1987
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