miércoles, 11 de octubre de 2017

Ceses para no dormir


Titulo así esta “ventana” recordando aquellas historia truculentas que en tiempos se nos servían en televisión a las que se llamaba, con título genérico, “Historias para no dormir” y en las que no se ahorraban elementos que pudieran sumar mayores miedos a lo narrado, para causar un impacto mayor al televidente.
Yo no sé si en los ceses que ahora se vienen produciendo, a todos los niveles, se busca rodearlos de truculencia para impresionar, intencionadamente, o bien si esto se produce por pura casualidad ya que el dimitido, por lógica, los rodea de tintes oscuros por tratarse de su caso. De todos modos el caso comienza a ser demasiado habitual como para que lo cifremos todo sólo a la casualidad y tengo que dar mi opinión personal de que a mí, este nuevo estilo de ceses no me gusta precisamente por la falta de “estilo” de los mismos.
A Martín Álvarez Chirveches, director de Radio Nacional en Extremadura, se le acaba de cesar cuando tomaba vacaciones cuando le faltaban sólo unos meses para completar un trienio de su profesión y cuando menos lo esperaba (aunque esto sea lo menos importante) pero sin previo aviso, y no trato de defender a este profesional. Me cuentan —y yo no puedo más que decir que así me lo cuentan— que a la antigua directora de Radio Valladolid le presentaron a su sustituto cuando se encontraba internada en la UVI, tras de sufrir dos operaciones quirúrgicas, lo que no debió estimular mucho sus constantes vitales.
En Cáceres se han dado casos, que todos conocemos, de llegar un señor y decir a otro: “no firme usted papeles, que desde hoy los firmo yo” y enseñar el cese del firmante y su nombramiento…
Se cuenta que en la época de Franco, los ministros solían enterarse de sus ceses por la radio, antes de que les llegara el motorista con el documento de sustitución, aspecto que se criticó lo suyo, aunque en estos casos eran ministros  y altos cargos de los llamados de “confianza”. Ahora, esta práctica de la truculencia en el cese ha bajado a niveles menos importantes y, aunque estimando que los ceses y sustituciones tienen que continuar por una ley lógica de vida y desgaste, uno tiene que decir, honradamente, que no le gusta el “estilo” porque viene a agregar al dolor de la marcha un “recochineo” poco ético, y perdonen ustedes la frase.
Diario HOY, 12 de octubre de 1983

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