miércoles, 11 de octubre de 2017

Algunos nombres más del callejero


Hay temas que nuestros escritores locales, los que en los últimos 50 años se han ocupado de la historia local, no han tratado o han pasado sobre ellos de forma superficial sin profundizar, intencionadamente, quizás por entender que podrían ser escabrosos o conflictivos.
No quiere decir esto que nuestra pasada historia próxima haya sido, más bien, triunfalista, pero sí hay algo de esto.
Esto podemos apreciarlo en algunos de estos investigadores locales que no trataban más que de las familias nobles, dándonos los más mínimos detalles de sus vidas, lo que en algunos casos da la sensación de que en nuestra ciudad no había pueblo llano, digno de llevarse a la historia escrita.
No quiero citar nombres de estos investigadores, que sin duda fueron importantes en la parcela que se trazaron, pero sí decir que si la nobleza tuvo un peso específico en la historia de Cáceres, también lo tuvieron los individuos del pueblo, los artesanos y los trabajadores en general, en muchos casos, dignos de llevarse al papel.
Pienso que excepto investigadores como Publio Hurtado y Tomás Pulido que sí trataron en sus escritos del pueblo llano, el resto lo ignoró casi totalmente. Al decir esto pienso en el libro de Hurtado referido a las familias cacereñas y al de Publio referido al protocolo de artesanos y artistas —altos y bajos— que vivieron entre nosotros.
Parejo olvido, quizás más disculpable, han tenido los nombres de algunas de nuestras calles en cuyo origen no se ha querido bucear, por una mojigatería muy al uso entonces.
Entre ellas figura la “Calle Damas”, calle medieval que estaba a la entrada de la población, extramuros de ella, donde vivían las “damas de vida alegre”, que las hubo entonces como las hay ahora, y que fueron el origen de la designación aunque en la actualidad ésta sea “una calle honradísima” de cuya antigua vida alegre de sus convecinas no queda más que el nombre,
Otra cosa parecida, y del mismo origen, podríamos decir de la llamada “Casa de la Muñeca” de la localidad cacereña de Garganta la Olla, donde se instaló por autorización del Emperador Carlo V, cuando estaba en Yuste, una casa de este tipo para uso, principalmente, de sus soldados de escolta. Creemos que son curiosidades que no deben escamotearse a la historia.
Diario HOY, 11 de octubre de 1983

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.