Cada momento trae sus afanes y también sus peligros, porque el vivir,
al decir de algún filósofo, es un peligro continuo. Tan largo “introito” viene a cuento de que todos
estamos contentísimos con las llegadas de las lluvias a Extremadura y la
situación de sequía se viene paliando, aunque como es lógico no suele llover a
gusto de todos.
Ayer mismo un ganadero amigo mío me decía, comentando estas lluvias
mansas pero continuas que vienen cayendo, que sería necesario que ahora dejara
de llover unos quince días, porque resulta que, aunque la lluvia es buena para
la sequía y para determinada clase de ganado, y aun para cultivos, no sé por
qué razón, puede ser mala para el ganado lanar.
Otras personas se interesan porque no ha llovido lo suficiente para
los pantanos y debería seguir lloviendo más, y sin parar, hasta fin de año,
para enjugar el déficit que de agua tenemos en los tres años de sequía. Total,
que si a las nubes pudiéramos ponerle una cadena, como a las cisternas de los “wáteres”, habría lucha para tirar o no
tirar de ella ya que unos tratarían de dar el tirón y otros harían lo indecible
por que no tocara nadie la cadena. Por eso lo mejor es que llueva cuando Dios
quiera, que es la única forma en que todos estemos de acuerdo.
Pero en Cáceres capital hay un peligro que la gente viene señalando,
en cuanto a que las lluvias se intensifiquen, cual es el que el medio desmontado
edificio llamado “Casa de la Chicuela”,
en una parte céntrica de Cáceres, por la que pasa mucha gente, a cuenta del
reblandecimiento que puede producir la lluvia en esos momentos, pueda venirse
abajo con el lógico peligro para los que por allí transita Este peligro existe
también en otro edificio como es el Palacio de Moctezuma, pero paree ser que en
ése hubo un apuntalamiento y su situación más aislada lo hacen más remoto. En
el de la “Chicuela” no, y la gente
pasa con miedo bajo los andamios que ahora tapan la medio arruinada o
desmontada asa, ¿Hay alguien que pueda garantizar que aquello está lo
suficientemente fuerte como para no venirse abajo? Por otro lado, ¿no ha pasado
ya suficientemente tiempo como para decidir qué se va a hacer con aquello? Son
estas preguntas que nos hacemos todos.
Diario HOY, 10 de noviembre de 1983
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