sábado, 14 de octubre de 2017

Una cuestión de filosofía


Los criterios son los criterios y uno no puede entrar en la filosofía que los informa, ya que a lo mejor tienen unas buenísimas intenciones pero, como suele decirse: “de buenas intenciones está el infierno lleno”.
Digo esto porque en la discusión que la Diputación llevó a cabo en el último pleno, en la moción que suprimía una paga extraordinaria a los funcionarios, que se viene cobrando desde 1959, había algo de  encontrada filosofía entre un grupo y otro.
El grupo socialista, que es el mayoritario, llevó adelante la moción, en la que expresaba esa filosofía de la que hablo, que tiene un principio social de mejor reparto de bienes, al menos teóricamente, aunque yo no sé si en la práctica la decisión es justa, sin beneficio para lo que se invoca.
Una filosofía parecida existe en Cuba, donde han tenido que repartir la miseria, porque no tenían otra cosa que repartir y quizás porque no supieron crear hasta el momento nuevas fuentes de riqueza. Me explico. En Cuba —y vamos a recurrir a un ejemplo, que es lo más explicativo— si en un hotel de primera categoría antes había un solo ascensorista, que con el sueldo que percibía vivía decentemente, al llegar el nuevo régimen y haber más ascensoristas en paro, se ha seguido el criterio de repartir la hornada laboral y el sueldo entre éste y otros ascensoristas a los que se ha colocado, llegando a la consecuencia simple de que no hay paro —ya que lo que decimos para el ascensorista lo podemos referir a otras profesiones—, pero lo que también es verdad es que el sueldo de uno repartido entre cuatro no da para que viva ninguno de ellos, con o que la creación de puestos de trabajo —al menos dignos y suficientes— es un poco engaño y lo único que se ha hecho es repartir la miseria. Yo no sé si esto es más justo, o lo justo sería tener la capacidad suficiente para crear más hoteles y más ascensores por tanto, en los que pudieran colocarse los parados con un sueldo digno todos ellos, porque lo demás —el igualatorio por abajo— acaba siendo injusto para todos, aparte del poco respeto a los derechos adquiridos que en un estado de derecho deben ser sagrados.
No digo que este sea el caso de la Diputación, pero esa filosofía puede llegar a ello.
Diario HOY, 2 de noviembre de 1983

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