Yo creo que en alguna otra ocasión he contado con más detalles la
historia. Se trata de que aquí, a principios del pasado siglo, tuvimos una
aprendiz de bruja, que al igual que en la célebre composición musical de “El aprendiz de brujo”, equivocó las
palabras mágicas y le salieron mal las cosas.
Nuestra “aprendiza de bruja”
se llamó Mónica Regan y era de una familia acomodada, pero logró embaucarla una
bruja “profesional” de las que aún
existían en Cáceres por aquel entonces, y comenzó a recibir clases de la misma,
a la que le llamaban de apodo “La
Legañosa”, y ello le costó mucho dinero y hasta el ser coja para el resto
de sus días, ya que la maestra, la convenció de que podía volar montada en una
escoba y Mónica, ni corta ni perezosa, tras pronunciar las palaras mágicas, se
lanzó con escoba y todo por una ventana viniendo a dar con sus huesos en el
suelo y quedando coja para toda la vida.
Eran aquellos tiempos de mayor ignorancia que los de ahora, lo que en
cierto modo justifica el hecho, aparte de que Mónica Regan tuviera fama de no
estar del todo “bien de la chimenea”,
como suele decirse. Pero en esto de las brujas, las creencias supersticiosas,
los saludadores, los curanderos, etc., pienso yo que no nos vale el progreso,
porque la verdad es que aun a pesar de ser el hombre actual más culto, dichas
creencias siguen arraigadas en lo más profundo de todos, queramos o no
queramos.
En definitiva, que es cierto lo que dicen los gallegos de: “No creo en brujas, pero haberlas hailas”,
si no no se explica el que tengan tan buena acogida en muchas publicaciones
actuales los horóscopos. Yo he conocido a alguna cacereña que cuando el
horóscopo se le presentaba mal, prefería no salir de casa. Existe la creencia
arraigada en la “jefatura” de los
días 13 y martes, o de los días “fastos y
nefastos”, aunque los cultos remonten estas creencias a las antiguas
religiones romanas.
En fin, que el hombre actual, aun confesándose culto, sigue en el
fondo creyendo en estas cosas, aunque, como el gallego, sólo sea para “por si acaso”.
Viene esto a cuento de la prosperidad que los curanderos, o brujos en
general, suelen tener en nuestro culto mundo, Me dicen que en Francia, país
civilizado, tienen ahora más arraigo que nunca los brujos, curanderos y
echadores de cartas, en los que creen a pie juntillas muchos franceses,
Pero sin irnos tan lejos tenemos en nuestro entorno curanderos de
tanta fama o más que cualquier médico con fama.,
Muerto no hace tanto, existía en “El
Gordo”, el señor Matías, que curaba la psoriasis y que tenía cola en la
consulta. No habrá que irse tan lejos cuando “Pepe el Sabio” está curando la mar de dolencias y cuando ahora,
irrumpe en la escena del curanderismo “Teodoro
el de Almaraz” o “El Saludador de
Montánchez”, este último hasta con carteles que anuncian “su gracia” para infinidad de dolencias.
En fin, que la cultura va a por un lado y la superstición —o lo que
sea— va por otro distinto.
Diario HOY, 21 de junio de 1983
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