miércoles, 4 de octubre de 2017

Brujos y saludadores


Yo creo que en alguna otra ocasión he contado con más detalles la historia. Se trata de que aquí, a principios del pasado siglo, tuvimos una aprendiz de bruja, que al igual que en la célebre composición musical de “El aprendiz de brujo”, equivocó las palabras mágicas y le salieron mal las cosas.
Nuestra “aprendiza de bruja” se llamó Mónica Regan y era de una familia acomodada, pero logró embaucarla una bruja “profesional” de las que aún existían en Cáceres por aquel entonces, y comenzó a recibir clases de la misma, a la que le llamaban de apodo “La Legañosa”, y ello le costó mucho dinero y hasta el ser coja para el resto de sus días, ya que la maestra, la convenció de que podía volar montada en una escoba y Mónica, ni corta ni perezosa, tras pronunciar las palaras mágicas, se lanzó con escoba y todo por una ventana viniendo a dar con sus huesos en el suelo y quedando coja para toda la vida.
Eran aquellos tiempos de mayor ignorancia que los de ahora, lo que en cierto modo justifica el hecho, aparte de que Mónica Regan tuviera fama de no estar del todo “bien de la chimenea”, como suele decirse. Pero en esto de las brujas, las creencias supersticiosas, los saludadores, los curanderos, etc., pienso yo que no nos vale el progreso, porque la verdad es que aun a pesar de ser el hombre actual más culto, dichas creencias siguen arraigadas en lo más profundo de todos, queramos o no queramos.
En definitiva, que es cierto lo que dicen los gallegos de: “No creo en brujas, pero haberlas hailas”, si no no se explica el que tengan tan buena acogida en muchas publicaciones actuales los horóscopos. Yo he conocido a alguna cacereña que cuando el horóscopo se le presentaba mal, prefería no salir de casa. Existe la creencia arraigada en la “jefatura” de los días 13 y martes, o de los días “fastos y nefastos”, aunque los cultos remonten estas creencias a las antiguas religiones romanas.
En fin, que el hombre actual, aun confesándose culto, sigue en el fondo creyendo en estas cosas, aunque, como el gallego, sólo sea para “por si acaso”.
Viene esto a cuento de la prosperidad que los curanderos, o brujos en general, suelen tener en nuestro culto mundo, Me dicen que en Francia, país civilizado, tienen ahora más arraigo que nunca los brujos, curanderos y echadores de cartas, en los que creen a pie juntillas muchos franceses,
Pero sin irnos tan lejos tenemos en nuestro entorno curanderos de tanta fama o más que cualquier médico con fama.,
Muerto no hace tanto, existía en “El Gordo”, el señor Matías, que curaba la psoriasis y que tenía cola en la consulta. No habrá que irse tan lejos cuando “Pepe el Sabio” está curando la mar de dolencias y cuando ahora, irrumpe en la escena del curanderismo “Teodoro el de Almaraz” o “El Saludador de Montánchez”, este último hasta con carteles que anuncian “su gracia” para infinidad de dolencias.
En fin, que la cultura va a por un lado y la superstición —o lo que sea— va por otro distinto.
Diario HOY, 21 de junio de 1983

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