Uno lleva más de veinte años reseñando sesiones de los plenos
municipales y conociendo un montón de corporaciones que en todo ese tiempo,
siempre con mucha ilusión, accedieron a las concejalías.
No importa que los tiempos hayan cambiado, porque la ilusión del
concejal, tanto de los tiempos de la dictadura, como de la democracia, es
siempre buena, y siempre se entra con deseo de arreglarlo todo y de “comerse el mundo”, como suele decirse.
Pero las cosas se ven de forma distinta desde fuera que desde dentro y
una cosa son las intenciones y otra cosa es el desarrollo de ellas. Para entendernos,
que una cosa es “predicar y otra dar
trigo”, como suele decir el refrán clásico.
No quiero remontarme a promesas electorales, que en muchos casos no
suelen cumplirse, sino que se hacen para arrancar votos. Hay un ejemplo clásico
cual es el de un concejal de Salamanca que en su campaña electoral prometía
llevar el equipo de fútbol de su ciudad a Primera División, y esto que a poco que
se piense es una gran tontería le proporcionó muchos votos, aunque luego el
equipo se quedara donde estaba.
No es este el caso, sino el de los que acceden a concejalías con la
buena intención de mejorar muchos servicios y, tras una época de rodaje, se dan
cuenta de que los “intereses creados”,
la burocracia, el trámite, los presupuestos y otras muchas pegas, son un serio
impedimento para realizar la mejora que habían soñado.
Es, si ustedes quieren, el mismo caso del que ve los toros desde la
barrera criticando todo, y cuando le dan a él os “trastes” de torear se da cuenta de que lidiar es mucho más difícil
de lo que pensaba y cae en defectos iguales o mayores de los que había
criticado antes.
No es mi intención desilusionar a nadie, porque la ilusión es
imprescindible, los tiros hay que hacerlos por elevación, aunque luego se
queden más bajos de lo que pensamos, porque la ilusión es eso: imaginar que uno
conseguirá mil cosas, y luego conformarse con conseguir tres que estén bien
hechas.
Ahora nuestra corporación está viviendo esos días en los que se
enfrenta con la realidad de los hechos, y de esta prueba saldrá su bueno o mal
funcionamiento del futuro.
Es más, se da el caso curioso de que estrenan hasta gestión de partido,
ya que el mayoritario es el socialista y como el socialismo es una especie de “cajón de sastre” en el que caben desde
las ideas más modernas hasta las más extremas, del saber equilibrarlas dependerá
el éxito de esa gestión, de la que estaremos pendientes todos.
Ya lo apuntábamos en ocasión anterior, que el Partido Socialista en
nuestro municipio va a pasar la “prueba
de fuego” que se les presenta francamente difícil si no saben compartir los
modos actuales democráticos, para los que el pueblo les ha dado su confianza…
pero ¡ojo!, que el peligro radica en que se queden en quitacruces, cambianombres
y descuelgarretratos, como
posiblemente le sugieren algunas de sus bases, equivocándoles de medio a medio
el camino.
Diario HOY, 19 de junio de 1983
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