miércoles, 4 de octubre de 2017

Celuloide rancio


Yo no sé si todo el “celuloide rancio” que nos está sirviendo Televisión Española en la actualidad tiene algo que ver con los modos y modas socialistas que impone nuestra actual administración.
No debe gastarse mucho nuestra Televisión en todos esos filmes que la mayoría de ellos están hechos entre los años 31 al 36 y que al ser copias de copias, y ser ya malos en origen, nos emborronan la pantalla pequeña casi todas las noches. Yo no sé si esto se hace para que se vea lo que se ha avanzado en cine, porque esa “Hermana San Sulpicio”, “La nobleza baturra” y otras lindezas de Imperio Argentina, Miguel Ligero y otras viejas glorias están hechas una pena y no digamos nada de la ancianidad de otros filmes extranjeros de la misma quinta, como podría ser “El sueño de una noche de verano”, que se remonta al año 35, y otras lindezas por el estilo.
No parece sino que alguien de los que programa estos bodrios, se le paró el reloj fílmico en los años anteriores de la guerra civil, y quiere darnos aquellos ciclos completos en los que no faltarán las películas de Angelillo como aquellas de “El negro que tenía el alma blanca”, “El niño de las monjas”, etc., etc.
Hay quien piensa, y no sin razón, que ello se hace para complacer a los que permanecieron cuarenta años fuera de España, sustentando su imaginación con las últimas películas y canciones que se hicieron antes de marcharse, cantando aquello de: “Mi jaca, galopa y corta el viento…”, o “Soy un pobre presidiario…”, o “Cuando vuelvas de la siega…”, etc., etc.
Si ello se hace como remembranza de los tiempos idos, con una o dos películas de este tipo hubiera habido bastante, porque da la casualidad que fuera o dentro de España el tiempo siguió corriendo y hay que complacer a todos, a los que se fueron a los que se quedaron, porque está bien complacer a los de la quinta de Dolores Ibarruri, “La Pasionaria”, que posiblemente no pudo ver estas películas durante sus años de exilio en Rusia, pero hay otros también de izquierda, más jóvenes, que se quedaron hasta en el Frente de Juventudes, cuya imaginación y recuerdos también hay que alimentar, con otras cosas de menor ancianidad.
No hacerlo así es dar un salto en el vacío, olvidando otra parte importante de lo que pudiéramos llamar conciliación de las dos Españas.
Algún cacereño nos suscitaba este tema, parando más mientes en el “celuloide rancio” que en otros programas que también suelen tener el mismo signo, para llegar a afirmarnos que los socialistas, ahora en el poder, no llegarán a modos democráticos reales, hasta que puedan ver, por ejemplo: “Franco, ese hombre” en la pequeña pantalla, sin accidentarse y sin que se les corte la digestión de la cena.
Cuando esto suceda, habremos alcanzado una madurez que ahora, triste es confesarlo, nos viene faltando.
Diario HOY, 22 de junio de 1983

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