jueves, 5 de octubre de 2017

Desmitificar nuestra historia


Creo que todavía no se ha escrito el gran libro de lo extremeño.
A nuestra región se la ha tenido un poco dada de lado en el concierto de la actualidad de cada momento y, si acaso, cuando ha convenido “echarnos un piropo”, como al perro que se le echa un hueso para que se calle, se nos han citado a los “viriatos” que dio nuestra tierra, o a los “conquistadores” que de aquí salieron para dar un continente a España.
Esta ha sido una demagogia interesada, un poco para que olvidáramos otras necesidades momentáneas y otras desatenciones. Nosotros nos poníamos tan orgullosos con el piropo y aquí no había pasado nada.
Pues bien, la imagen de la heroicidad de lo extremeño es incompleta, porque igual que nuestra tierra produjo grandes héroes, también produjo grandes malvados, de los que no suele hablarse.
La verdad se monta sobre las luces y las sombras, y en este halagar nuestra vanidad se dan sólo luces y se olvidan las sombras.
En lo nacional, Cervantes logró pintar el claroscuro de lo positivo y lo negativo, en las dos figuras que son  Quijote y Sancho, porque lo ideal y lo heroico ha tenido siempre su contrapartida. Por eso digo que aquí no se ha escrito el gran libro de Extremadura, en el que figuran también los grandes malvados —que los dio nuestra tierra— y fueron el contrapunto de sus héroes.
Hablamos por hablar, pero siguiendo el hilo de mi razonamiento, recordaré que al lado de Viriato estuvieron los tres capitanes que lo vendieron a Roma, asesinándole: Audaz, Ditalco y Minuro, que eran también extremeños y, al par, el reverso de la medalla de la heroicidad, los traidores. Sin ellos, la historia de nuestra gente es incompleta.
Extremadura quizás como todas las tierras, ha dado héroes grandes y grandes malvados sin los que no podremos entender la psicología de nuestras gentes.
Cierto que cuando estos malvados intentaron cobrar el precio de su traición, Roma los timó cómodamente con la frase de: “Roma no paga traidores”, a la que habría que agregar: “… pero se aprovecha de ellos”.
Es la política de todo tiempo y es una constante universal, porque yo creo que no se concebiría la enorme figura de Jesús si no tuviera el contrapunto de Judas.
Diario HOY, 30 de junio de 1983

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