Lo que se suele llamar popularmente “tomar el chocolate de espaldas” ha sido un sistema que, no sé por
qué, ha venido presidiendo durante quizás el último siglo las relaciones
históricas a niveles nacionales, regionales y aun locales.
Yo tampoco me explico a quién podría beneficiar ese sistema de vivir
encontrados con los que más cerca tienes, aunque alguien piense que lo normal
es reñir con el vecino de al lado y no con el que tienes lejos, pero no me vale
a mí este traslado de lo cuotidiano y familiar a otros planos más altos, porque
pienso que tampoco debe ser norma común reñir con el vecino, ya que suele ser
el que padece nuestros propios problemas y, aun visto en plano egoísta, el
primero que te puede echar una mano cuando lo necesitas,
Digo esto porque creo que esa política del “chocolate de espaldas” dio lugar a estar encontrados regionalmente
sin lograr hasta ahora, que aflora tímidamente, un quehacer conjunto regional o
bien a más alto nivel el que España y Portugal se hayan desentendido una de
otra, cuando —a poco que se mire— entre las dos naciones peninsulares hay mayor
número de cosas que deben unirnos que separarnos, aun conservando cada cual su
propia identidad. No sé si el asunto fue intencionado o no, pero ese “tomar el chocolate de espaldas” entre
las dos naciones creó esa bolsa de pobreza en la frontera, con perjuicio para
las regiones de ambos lados de la raya, y no sé si con beneficio para alguien,
pero no para Portugal ni para España.
Por lo dicho, a uno le complace el que haya de vez en cuando
encuentros que tienden a una marcha común en estos asuntos y a tratar, de una
vez por todas, “el tomar el chocolate
frente a frente y como buenos hermanos”. Así veo yo las reuniones o
jornadas luso – españolas que ayer comenzaron en Cáceres, aunque lo que se
trate en ellas sea algo tan árido para mí como la Administración Local. Es
curioso el saber que no se ama lo que no se conoce y, por el contrario, se ama
lo que acabamos conociendo, por lo que tengo que decir que los mejores amigos
de Portugal son los españoles que frecuentan aquel país, o los portugueses que
frecuentan el nuestro, por lo que pienso que es positivo el encuentro y doy,
por mi cuenta, la bienvenida a los hermanos lusos.
Diario HOY, 25 de octubre de 1983
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