martes, 10 de octubre de 2017

El doctorado de nuestra Universidad


Tras de las vacaciones y el bullicio de las ferias, vuelvo a abrir de nuevo la “ventana” para ustedes, y creo que lo hago en un día solemne para nuestra ciudad y para Extremadura.
Ayer precisamente se abría el curso 1983-84 en nuestra Universidad de Extremadura, con una serie de actos solemnes donde acudieron todos los estamentos representativos de nuestra Región, ya que se conmemoraba el décimo aniversario de la creación de nuestra Universidad. Ha pasado una década en la que, partiendo de aquellos primeros colegios universitarios fundados por los distritos de Salamanca y Sevilla, en los que estaba dividida nuestra región, nacía, como deseo de unificación, esta Universidad extremeña que cumple ahora diez años. Han sido diez años difíciles, pero pensaba yo en los actos, que con ellos nuestra Universidad pasaba “el sarampión” de crecimiento lógico de todo organismo nuevo, y se me antojaba que en esa presidencia que compartían tres rectores había todo un simbolismo que no puede pasarnos por alto.
A los más de veintitantos actos de investidura, como doctores, que se celebraron ayer, yo agregaría uno más cual era el de la investidura como doctora y “alma máter” a nuestra Universidad de Extremadura, en una mayoría de edad que se cumple al cumplirse esta década de su fundación y en un imaginado acto de que consistía precisamente en que, nuestra Universidad, representada por el rector de ella, recibía el espaldarazo de ese “doctorado”, precisamente de sus dos universidades madres: la de Salamanca, representada por el rector Amat Muñoz, y la de Sevilla, en la persona del rector Jiménez Sánchez.
Cierto que, a diferencia de los otros doctorados, no hubo imposición de muceta, ni palabras rimbombantes ni los abrazos protocolarios de estas ocasiones, pero sí hubo un reconocimiento de esa mayoría, que a mi se me antoja como una granada juventud y una magnífica promesa de futuro.
Si ustedes prefieren el símil taurino, para mí ayer nuestra universidad recibió la “alternativa”, siendo padrinos y testigos del acto las universidades de Salamanca y Sevilla, de las que la nuestra tiene que ser heredera de todos esos siglos de docencia y prestigio que tienen un marcado camino por el que la Universidad de Extremadura ha de seguir.
Finalmente, decir sólo que por aquello “de ser agradecidos por ser bien nacidos”, nos pareció muy bien la serie de honores y medallas que nuestra Universidad concedió a todos los que en ese “placearse” supieron ayudarla.
Diario HOY, 4 de octubre de 1983

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