martes, 10 de octubre de 2017

¿Para qué los informes?


Desde luego hay cosas en nuestra legislación que están trasnochadas y que no sirven para nada, sino es para enredar más la madeja burocrática y servir como un dato más al que la propia Administración no hace caso alguno.
Un ejemplo de ello son esos informes que suele pedírseles al vecindario cuando en las cercanías de sus viviendas se van a instalar las llamadas “industrias molestas insalubres y nocivas” —o algo así, porque en el argot callejero las gentes suelen llamarlas: “industrias molestas y puñeteras” y se quedan tan frescos— bien, en caso de estas industrias todavía no hemos tenido conocimiento de que la oposición del vecindario haya servido para algo más que para cubrir el expediente con un formulismo más, porque la industria acaba poniéndose aunque el vecindario aporte razones de oposición que, bajo su punto de vista, son lógicas.
Lo curioso es que esta ley no es de ahora, sino que lleva ya muchos años de existencia y no sé yo si en el caso de las centrales nucleares se recurrió a esta consulta, o por tratarse de razones de Estado, se saltó buenamente a la torera.
Pero no es mi intención comentar estas instalaciones que son ya superiores, sino las pequeñas y de nuestro entorno.
La cosa surge porque en nuestra ciudad está a punto —según se dice— de abrirse un nuevo bingo, con la oposición del vecindario del entorno que en general han acudido a la información pedida negándose a que dicha industria se abra por la serie de molestias que suele acarrearles, el aumento de la densidad de tráfico, la falta de aparcamientos, las salidos ruidosas de madrugada, etc.
Según los propios vecinos nos explicaban, la primera vez que se les pidió su opinión, se reunieron las comunidades de vecinos de los edificios próximos y presentaron escritos razonados con asesoramiento legal, y tanto en conjunto como por separado. Entonces, en esa primera ocasión, el asunto les causó cierta alarma y todos acudieron a la información oponiéndose. Así las cosas, se dejó pasar un tiempo y volvieron a pedírsele los mismos informes, a los que ya acudieron menos, por aquello de pensar de que ya se habían opuesto la primera vez. Pasados unos meses, se les volvieron a solicitar nuevos informes y en esta ocasión, quizás acudieron sólo los presidentes de las comunidades haciendo referencias a los escritos primeros de oposición… En fin, para qué cansarles, tras de la petición de un montón de informes, todos referidos a lo mismo y en distintas fechas, es hasta posible que las últimas veces, por cansancio, no haya acudido nadie, porque uno no puede pasarse la vida haciendo la misma negativa todos los meses. En definitiva, que el bingo se abrirá, y como se hará referencia a las últimas peticiones de informes se dirá que nadie se ha opuesto a ello.
Yo estimo que hay razones para que la Administración, que se lleva su tajada, esté porque se abran cuantos más bingos mejor, pero sería más lógico el prescindir de informes a los que de todos modos no se hace caso alguno… Y esto mismo piensa el vecindario.
Diario HOY, 31 de agosto de 1983

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