Pienso yo que si los cultivadores de tabaco cacereños quieren que
Tabacalera les haga algún caso en cuanto a la ubicación en Cáceres o al menos
en Extremadura, de una fábrica de cigarrillos, tendrán que dedicarse a montar
una red de contrabandistas de tabacos y otros productos, cosa que podría hacerse
a través de la frontera portuguesa, sin escatimar gasto en ello,
Digo esto porque, al parecer, la razón que se ha dado por parte de
Tabacalera de elegir La Coruña para instalar una nueva fábrica de ese tipo, en
la que se invertirán 2.500 millones de pesetas, es proporcionar puestos de
trabajo a los contrabandistas gallegos que, por las restricciones impuestas por
la Administración, se van a quedar en la calle. Al menos esto se deduce de sus
declaraciones.
Para Tabacalera no vale el que Cáceres sea la primera productora de
tabacos de España y del de mejor calidad, ni tampoco el que se llevan años y
años pidiendo la instalación de una de esas fábricas de cigarrillos. Al parecer,
priva más la preocupación social de dejar sin trabajo a unos honrados
contrabandistas que por cierto le hacía la contra al propio monopolio, sin
hacer caso a provincias que, como la nuestra, llevan años de buenos servicios a
Tabacalera S.A., proporcionándoles el tabaco de mejor calidad, y en mayor
cantidad que se cultiva.
Hace ya años se instaló otra fábrica en la zona andaluza, con las lógicas
protestas de las entonces autoridades cacereñas que la tenían solicitada para Cáceres.
Entonces las razones dadas eran que como nuestro tabaco había que mezclarse con
otros que llegan por la costa, montarla en Cáceres encarecería el producto,
aunque este argumento se viene abajo si estimamos que el mismo recorrido tiene
que hacer nuestro tabaco para manufacturarse en esas fábricas que suelen
ponerse siempre, por tradición, en las costas.
Son razones tontas que indican la poca capacidad de gestión que han
tenido nuestros políticos de antes y de ahora, pero la explicación actual sobre
la elección de La Coruña rebasa todos los argumentos.
La elección de las costas para la manufactura tabaquera tenía una
antigua razón histórica que en tiempos parecía razonable, como era el que el trabajo
llegaba de Cuba para manufacturarse en España y era lógico que las fábricas
estuvieran en sitios costeros. Por otro lado, y esto se olvida con frecuencia,
en la España peninsular estaba prohibido el sembrar tabaco, por protección al
producto cubano, entonces español, pero tras la pérdida de Cuba la situación varió.
Ahora donde más tabaco se produce es en nuestra región, por lo que seguir
utilizando argumentos de entonces es, cuando menos, una tontería. En fin, lo
dicho; sólo nos queda esperar que nos hagan caso o que cese el monopolio, que
también nos beneficiaría.
Diario HOY, 9 de agosto de 1983
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