Ahora que está tan de moda la revisión de muchos temas históricos del
pasado, de la historia general y de la particular de Extremadura, convendría
decir que existe una falsa posición en tratar de juzgar con ojos y principios
de ahora a los hombres y los hechos que
ocurrieron hace casi quinientos años.
Los hechos históricos hay que juzgarlos en el entorno en que se daban,
con las corrientes ideales, políticas y religiosas de aquel entonces, porque la
evolución del pensamiento del mundo y de los hombres que lo forman, ha ganado
ahora unas perspectivas que hace quinientos años no tenía.
En esos quinientos años la filosofía, la religión, la política, la
moral y el pensamiento en general han incorporado nuevas ideas que entonces no
existían y sería injusto juzgar con la medida de ahora a los que midieron sus actos
por “raseros” de su época.
Sería tanto como decir en el terreno de lo material que Cristóbal
Colón hizo el “primo” por ir con tres
carabelas a descubrir América cuando pudo esperar a que la “Iberia” tuviera sus aviones, que hacen
más cómodo el viaje.
Esto, que puede parecer un chiste, no lo es tanto porque en el terreno
del pensamiento el hombre de 1492 no tiene que ver nada con el de 1983, como un
piloto de carabela no puede ser juzgado en su quehacer material de pilotar por
un comandante actual de aeronave.
Pero de todo esto hay algo que no puede escapársenos y que parece ser
suele olvidarse ahora, y es que el español de aquel entones era el hombre más
preparado de su mundo, razón por la que España se puso a la cabeza del mundo de
su época.
¿Podríamos decir igual del español de ahora? Yo, sinceramente, creo
que el español de ahora se ha quedado rezagado respecto a su época, no ya por
mirar glorias pasadas, sino por una pereza que nos invade y que se podría
resumir con la desgraciada frase de Unamuno de “que inventen ellos”. Nuestros hombres de entonces fueron los
mejores de su época y por eso estuvieron a la cabeza del mundo y es
esperpéntico que los españoles de ahora, que no somos nadie en nuestro mundo
—en el que nos ha tocado vivir—, tratemos de juzgarlo sacándolos de su entorno
y de su mundo.
En el mejor de los casos es una ignorancia en profundidad de nuestra
historia. Ahora vivimos la historia de los enanos y entonces vivíamos la de los
gigantes.
Diario HOY, 7 de junio de 1983
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