(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
Vamos a echarlo hoy por el callejero, que según un comunicante, asiduo
lector de las ventanas, lo tenemos un poco olvidado. Hablaremos de las calles
de Cáceres y, desde luego, de la del propio comunicante.
Muchas de nuestras calles tienen el nombre disminuido sobre el que
fuera el suyo antiguo. Entre ellas podríamos citar la hoy llamada calle Peñas,
cuyo nombre original fue “calle de Juan
de la Peña”, o también la llamada plaza de Santa Clara, cuyo nombre antiguo
fue “plaza del Potro de Santa Clara”,
o la de San Juan que de antes se llamó “Corredera
de San Juan”.
Pues bien, algo de esto sucedió con la hoy conocida calle del Horno,
cuyo nombre original antiguo fue “calle
del Horno de Ribera”, como consta en antiguos documentos de los que ya
nadie se acuerda.
Es ésta una de las calles más viejas de nuestra ciudad, quitando las
de dentro de muralla. Con las de Caleros, Gallegos, Hornillos, Cornudilla y
alguna otra, es de las primeras que se
hicieron fuera de las murallas y pienso yo que, como continuación de la de
Gallegos, fue poblada por artesanos entre los que debería encontrarse ese
panadero llamado Ribera, que estableció su horno en ella.
Lo curioso del caso es que ese horno, u otro similar al que hubiera
primero, ha durado hasta nuestros días y yo he llegado a conocerlo, siendo el
último panadero que lo utilizara Reyes Flores, que aún vive, aunque su
domicilio actual está ahora en la Barriada de Casas Baratas. Este horno,
ocupaba la casa número 17 de dicha calle, contigua a otra en la que vivían los
abuelos del actual alcalde de Cáceres, el señor Iglesias y su esposa, la señora
María, de los que tengo gratos recuerdos de mi niñez.
La casa en que estuvo instalado el horno fue transformada y,
curiosamente, se ha destinado —y aún se destina— a industrias variadísimas,
algunas de las cuales han sido famosas en el Cáceres de nuestros días. La casa,
reformada en edificio de dos plantas, estuvo ocupada por la sociedad formada
por los recientemente fallecidos hermanos Berzosa, que fundaron en ella una de
las primeras salas de fiesta y baile de tipo moderno, conocido por “Ansandy”, en la que actuaron también
algunas de las primeras “animadoras”
que vinieron por Cáceres, y en donde muchos cacereños de mi época aprendieron
los primeros pasos de baile. Después, en este edificio existió una imprenta
llamada “Jomarin”, propiedad de José
María Rincón; más tarde, una fábrica de bolsas de papel, que fundó Juan Mayoral
que la tomó en traspaso. Últimamente el edificio se destinó a restaurante con
el nombre de “El Patio”, y en él se
dieron infinidad de bodas y banquetes, para terminar cerrado y utilizado sólo
como almacén, por sus actuales propietarios que son los mismos del “Figón Eustaquio”.
Recojo estos destinos del edificio por la curiosidad de que siempre
fue dedicado a industrias y nunca a vivienda particular, y porque el primitivo
horno de pan que existió en él, fue el que dio el nombre a la calle. Con ello
creo complacido a mi comunicante y algunos otros cacereños, a los que les
gustan estas curiosidades.
Diario HOY, 12 de agosto de 1983
muchas gracias!! Muy buena información
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