Hoy vamos a echar la “ventana”
a la historia, porque de todo hay que hablar en esta vida, porque alguno de los asiduos lectores así me
lo sugieren, preguntándome uno de ellos cuál era la antigua entrada principal a
la ciudad. Bien, yo voy a proporcionar los datos que sé sobre este asunto.
La entrada principal a Cáceres desde muy antiguo, posiblemente desde
la época romana, era por el camino de San Francisco, porque por él, y no por la
actual entrada de la carretera de Salamanca, era donde desembocaba la Vía de la
Plata (el camino empedrado, que es de donde viene esa “plata” por conversión de la palabra “balata”). De Santa Ana, la vía romana tomaba hacia Cáceres en
derecho, pasando por las cercanías de la Charca Musia y entrando por El Marco a
San Francisco, para continuar por la Consolación a la Puerta de Mérida,
Quizás lo repinado de esta entrada hizo que se trazara un camino
posterior, que circunvalaba la ciudad por la parte izquierda, al que se llamó
Camino Llano, por comparación con la empinada que estaba la antigua entrada,
que es el que venía a desembocar, con menos accidente, a la plaza de San Juan y
a la calle de Pintores, pero lo curioso del caso es que ello dio lugar a que la
entrada principal se desviara hacia lo que llamamos hoy Arco de la Estrella y
se llamó de antiguo Puerta Nueva que, prácticamente, quitó el protagonismo a la
antigua Puerta de Mérida.
Hay otra curiosidad en este sentido, y es que los cortejos solemnes
que llegaban a Cáceres, en las grandes ocasiones, no solían tomar el trayecto
completo de la calle Pintores, sino que solían tomar la llamada hoy calle Moret
(que entonces se llamaba Calle de la Corte) para seguir por la Concepción hasta
la que llamamos hoy calle del General Ezponda, entrando a la plaza por su
mitad, lo que era más solemne. Datos históricos hay de que así entraron en Cáceres
los cortejos de Juan II, en 1445; el de los Reyes Católicos, en 1477, 1479 y
1509, ya que nos visitaron varias veces, y el de Felipe II, en 1583.
Como podemos ver, Cáceres tuvo dos entradas principales de las que
ahora tenemos poca idea.
Diario HOY, 28 de octubre de 1983
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