Es indudable el antiquísimo origen de algunos de los juegos y
canciones infantiles hoy al uso. Es ésta una cosa en la que no solemos parar
mientes, pero que nos asombra cuando alguien nos da algún dato sobre ello,
Los juegos en general son de origen muy antiguo. No podemos negar que
el juego de dados se jugaba ya en época romana y anterior, hasta el punto de
decidirse que la túnica de Cristo se la
jugaron los soldados romanos a los dados. Del juego de la “Oca” se ha dicho que es un juego cabalístico que parte de la
leyenda del Minotauro, pero no vamos a irnos tan lejos, sino a centrarnos
principalmente en los juegos y canciones infantiles que todavía hoy están al
uso.
La canción conocidísima de “Mambrú
se fue a la guerra”, que aún cantan nuestros niños tiene unos orígenes
también remotos. Para algunos, el tal personaje “Mambrú” fue el primer caído de las Cruzadas, aunque su verdadero
nombre era Marlborough, que nosotros castellanizamos en el “Mambrú” actual. Otros estiman que el
origen es menos remoto y se refiere al duque de Marlborough, descendiente del anterior,
al que se le dio por muerto en una guerra en 1700… En fin, de todos modos el
origen de la canción, aun a pesar de las transformaciones y vulgarización del
nombre, es de origen remoto, aunque nuestros niños al cantarla no lo sepan.
Igual podríamos decir de los juegos infantiles que suelen imitar modos
y modas de prácticas que hicieron los mayores. No habrá que explicar lo de los
juegos de “policías y ladrones”,
porque su mismo nombre indica el origen, pero hay o ha habido hasta hace poco
en Cáceres un juego que para mí, y para alguna otra persona a la que he
consultado, tiene su origen en la “trata
de negros”, en las redadas que en el continente africano hacían muchos de
nuestros nobles, que se dedicaban a este saneado negocio y que quedó “reseñada” en el juego infantil cacereño
conocido por “Hilo negro”.
Este juego es una especie de “escondite”
jugado entre dos partidas de chicos, en el que unos se esconden y otros los
buscan. Entre los buscadores va uno al que se llama “el cabecilla”, que conoce el lugar de escondite de los otros, pero
que no lo revela. Los buscadores van diciendo el sonsonete: “Hilo negro”, al que el “cabecilla” responde: “Más alante”, hasta que alguno de los
buscadores dice: “¡Alto mi cabecilla!”
y comienza a hacerse la búsqueda de los escondidos,
Alguien me señaló en tiempos que el juego era una imitación de cómo
solían apresarse los negros para la esclavitud, y que lo que el grupo de chicos
dijo en principio no era “hilo negro”,
sino la frase interrogante de: “¿Y los
negros?”, que luego se transformó, por uso, en la otra
De ser así, el origen del juego es antiguo, y nuestros chicos no
hacían más que imitar, jugando, lo que nuestros antepasados hacían para llevar
mano de obra barata a América.
Es, si ustedes quieren, una nimiedad, pero lo suficientemente curiosa
como para hablar de ella. Posiblemente éste y otros juegos infantiles cacereños
se han perdido, como se perderán los pocos que quedan, sobre todo a cuenta de
la televisión y otros entretenimientos que anclan la imaginación de nuestros
muchachos.
Diario HOY, 15 de junio de 1983
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