Más de una vez hemos tocado el tema, pero es ocasión de que todos los cacereños
nos lo tomemos más en serio. Nos referimos a la proliferación de cables de todo
tipo en la Ciudad Monumental, de unos pocos años a esta parte.
Cuando el alcalde Alfonso Díaz de Bustamante llegó a la alcaldía, una
de sus preocupaciones fue el conseguir una ayuda económica de la Fundación
March, para limpiar de cables todo el conjunto monumental cacereño. Aquello era
entonces una maraña de cables de todo tipo y aquello costó Dios y ayuda, aparte
de mucho dinero, el que estos cables aéreos se enterraran. Se levantaron calles
de la Ciudad Monumental y se hizo un trazado subterráneo de las conducciones,
aún disimulando los registros, conservándose todo así, durante los 13 años que
estuvo al mando de la alcaldía el mencionado alcalde.
Entonces alguien criticó que este alcalde prestaba demasiada atención
a la Ciudad Monumental, pero todos los que conocimos cómo la dejó, tuvimos que
darle la razón en hacerlo así, ya que la Ciudad Monumental, en su conjunto, es
monumento nacional, y al igual que a un propietario de un inmueble no se le
autoriza a reformar la fachada de su edificio con aditamentos modernos, no debe
tampoco autorizarse a las compañías eléctricas o telefónicas, a poner los
cables allí donde les venga en gana. Si aquello es monumento nacional, debe ser
respetado por todos, por mucha fuerza, prestigio y “bula” que tengan esas compañías.
Muchas veces, por no decir todas, la culpa no es sólo de las
compañías, sino del Ayuntamiento que autoriza sin más, a esos trazados aéreos,
sin enterarse ciertamente por qué calles se van a hacer, obligando a dar
distinto tratamiento a los tendidos que vayan por esas calles monumentales.
Entonces, cuando dirigía Díaz de Bustamante, se hilaba más estrecho, porque era
preceptivo una autorización de la Comisión de Monumentos, etc., etc.
Lo cierto y verdad es que desde que él se marchó de la alcaldía, por
negligencia de quien sea, aquellas calles monumentales vuelven a estar llenas
de cables y registros de todo tipo, con lo que el esfuerzo, aún económico,
hecho entonces ha resultado baldío. Yo no culpo a las compañías, que están a su
comodidad, pero alguien debe ser el culpable.
Diario HOY, 10 de junio de 1983
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