viernes, 6 de octubre de 2017

Un poco de historia


Nuestra ciudad, Cáceres, nunca fue feudo de ningún noble y aparte de los avatares de la reconquista, en la que pudo mandar en ella algún caudillo musulmán o cristiano durante poco tiempo, desde su toma definitiva por Alfonso IX de León fue sólo propiedad de los reyes españoles y de los propios fueros que éstos le dieron.
Digo esto porque al ya fallecido historiador cacereño Conde de Canilleros, que fue uno de los mejores cronistas que hemos tenido, sobre todo de la nobleza de nuestra villa, le “chinchaba” mucho el que hubiera, como hay por ahí, un título que es el “Marqués de Cáceres”.
Nunca Cáceres ha pertenecido a ningún marqués —decía Canilleros— y el haber concedido un título con ese nombre es una desatención con la propia ciudad de Cáceres.
Posiblemente, ese título —cuyo origen desconozco— no tiene nada que ver con nuestra ciudad y debió darse a alguna persona con el apellido Cáceres, como se ha dado recientemente el Ducado de Suárez a don Adolfo. Lo cierto es que hay un Marqués de Cáceres y hasta un vino de rioja que lleva su nombre que no tienen que ver nada con nuestra ciudad, y que, según Canilleros, no tienen vinculación ninguna con ella.
Esta desvinculación de la nobleza que siempre tuvo nuestra ciudad desde su toma por Alfonso IX de León, le acarreó a veces inconvenientes con los propios reyes que quisieron dar nuestra villa, como principado, a algunos de sus herederos, cosa a la que se opuso siempre el Ayuntamiento y vecindario de Cáceres echando por delante el “fuero” dado por dicho rey, que en una de sus partes dice que “la villa de Cáceres pertenecerá siempre a la majestad de León”.
En fin, estas son cosas pasadas, pero que conviene conozcan nuestros convecinos, aunque sólo sea por curiosidad.
Hemos de agregar que la única vez que Cáceres perteneció a alguien, fuera de los reyes, fue por 1169, cuando la tomó Fernando II de León, que la dio a un primo suyo, don Pedro Fernández Hurtado para que fundara en ella una Orden de Caballería que se llamó en principio “Fratres de Cáceres o Caballeros de la Espada”, y más tarde fue la famosa Orden de Santiago. Pues bien, esa pertenencia particular, también acarreó posteriormente sus muchos problemas al rey don Alfonso IX, ya que cuando la tomó a los moros, los caballeros reclamaron Cáceres como suyo, por lo que el rey tuvo que pleitear con la Orden, y es tradición que el pleito duró dos años y la sentencia la dio el Papa, que mandó que el rey se quedara con Cáceres pero que indemnizara a la Orden con las villas de Castrotorafe y Villafáfila y dos mil maravedíes que hubo de hacer efectivos a los caballeros de Santiago, aunque a decir verdad la sentencia le sentó como un tiro, cosa que refleja nuestro propio fuero.
En fin, hoy hemos echado el día a historia, pero que quede claro que Cáceres nunca fue propiedad de ningún noble.
Diario HOY, 31 de julio de 1983

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