Nuestra ciudad, Cáceres, nunca fue feudo de ningún noble y aparte de
los avatares de la reconquista, en la que pudo mandar en ella algún caudillo
musulmán o cristiano durante poco tiempo, desde su toma definitiva por Alfonso
IX de León fue sólo propiedad de los reyes españoles y de los propios fueros
que éstos le dieron.
Digo esto porque al ya fallecido historiador cacereño Conde de
Canilleros, que fue uno de los mejores cronistas que hemos tenido, sobre todo
de la nobleza de nuestra villa, le “chinchaba”
mucho el que hubiera, como hay por ahí, un título que es el “Marqués de Cáceres”.
—Nunca Cáceres ha pertenecido a
ningún marqués —decía Canilleros— y
el haber concedido un título con ese nombre es una desatención con la propia
ciudad de Cáceres.
Posiblemente, ese título —cuyo origen desconozco— no tiene nada que
ver con nuestra ciudad y debió darse a alguna persona con el apellido Cáceres,
como se ha dado recientemente el Ducado
de Suárez a don Adolfo. Lo cierto es que hay un Marqués de Cáceres y hasta
un vino de rioja que lleva su nombre que no tienen que ver nada con nuestra
ciudad, y que, según Canilleros, no tienen vinculación ninguna con ella.
Esta desvinculación de la nobleza que siempre tuvo nuestra ciudad desde
su toma por Alfonso IX de León, le acarreó a veces inconvenientes con los
propios reyes que quisieron dar nuestra villa, como principado, a algunos de
sus herederos, cosa a la que se opuso siempre el Ayuntamiento y vecindario de
Cáceres echando por delante el “fuero”
dado por dicho rey, que en una de sus partes dice que “la villa de Cáceres pertenecerá siempre a la majestad de León”.
En fin, estas son cosas pasadas, pero que conviene conozcan nuestros
convecinos, aunque sólo sea por curiosidad.
Hemos de agregar que la única vez que Cáceres perteneció a alguien,
fuera de los reyes, fue por 1169, cuando la tomó Fernando II de León, que la
dio a un primo suyo, don Pedro Fernández Hurtado para que fundara en ella una
Orden de Caballería que se llamó en principio “Fratres de Cáceres o Caballeros de la Espada”, y más tarde fue la
famosa Orden de Santiago. Pues bien, esa pertenencia particular, también acarreó
posteriormente sus muchos problemas al rey don Alfonso IX, ya que cuando la
tomó a los moros, los caballeros reclamaron Cáceres como suyo, por lo que el
rey tuvo que pleitear con la Orden, y es tradición que el pleito duró dos años
y la sentencia la dio el Papa, que mandó que el rey se quedara con Cáceres pero
que indemnizara a la Orden con las villas de Castrotorafe y Villafáfila y dos
mil maravedíes que hubo de hacer efectivos a los caballeros de Santiago, aunque
a decir verdad la sentencia le sentó como un tiro, cosa que refleja nuestro
propio fuero.
En fin, hoy hemos echado el día a historia, pero que quede claro que
Cáceres nunca fue propiedad de ningún noble.
Diario HOY, 31 de julio de 1983
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