Lo malo de las campañas preelectorales es que, al contrario de los
carnavales, no se sabe ciertamente la fecha de comienzo, unos partidos las
comienzan antes y otros después, dependiendo todo de la disciplina interna de
los mismos, pero no hay unas fechas para decir a los militantes: “muchachos, de aquí en adelante comportaros
bien con los posibles actores, aunque no tengan carnet del partido. Lo del
carnet vamos a dejar de exigirlo por ahora, hasta que pasen las elecciones”.
Lo malo de esto es que hay muchos militantes, de bajo nivel intelectual que,
sin previo aviso, pasan de darte patadas en las espinillas (es un decir) a
darte besos en la boca (es otro decir). Ustedes me entienden, y por esa amabilidad
que ya se viene notando en algunos sectores partidistas me huele a mí que
algunos ya están iniciando las campañas propagandísticas preelectorales, porque
uno sigue siendo igual de guapo que
antes, igual de gracioso y sin embargo algunos otros —gentes de partido—
comienzan a llamarnos guapos y a reírnos las gracias, lo que no deja de ser un
síntoma de lo que digo.
Es más, entre los que gobiernan, que hasta hace escasamente un mes
despreciaban olímpicamente “las tonterías
que se decían en los periódicos”, ahora comienzan a interesarse por ellas y
hasta prometen atenderlas, nada más que tengan un hueco. Ahí tienen ustedes a
nuestro alcalde, que ha reconocido que la ciudad está de baches como “un queso de gruyere”, prometiendo
arreglarlos nada más pasen estas lluvias, así como las goteras del
Polideportivo, y hasta la calle Hermandad, ha entrado en obras, en fin toda una
sintomatología, aunque es justo reconocer que el tiempo no ayuda, por lo que el
alcalde ha “pedido paciencia al
vecindario y un voto de confianza”…
Pero ya verán cómo termina pidiéndonos también el otro voto. Si no, al
tiempo.
Diario HOY, 13 de febrero de 1985
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