(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
Ha llegado a mis manos un callejero
de Cáceres de 1850, libro manuscrito, realmente raro, que entraña entre otras
cosas muchas curiosidades el reseñar los nombres de los propietarios de cada
casa, el valor de ésta -en la mayoría de los casos- y otros interesantes datos.
Como quiera que algunos de los detalles que dicho libro contiene pueden ser de
interés para el cacereño de hoy, sin entrar en muchas profundidades, voy a
recogerlos.
Dicho libro tenía como finalidad principal el repartimiento de las
tasas de alumbrado, cuando el alumbrado se hacía por lámparas de aceite cuyo
consumo pagaban a escote -como diríamos hoy- los propietarios de las casas de
cada calle. No eran muchos los puntos de luz de cada calle, sobre todo si la
calle tenía pocas casas, puesto que a mayor número de lámparas habría mayor
consumo de aceite. En fin, el Cáceres de 1850 era una ciudad de muy poca luz
(véase que no digo de muy pocas luces), con calles que a lo mejor tenían una
sola lámpara.
También es curioso observar los nombres de las calles de entonces, que
podrían servir de orientación a la actual comisión de nominación de calles, ya
que hay algunos nombres francamente bonitos: calle de las Cadenas, callejón
de los Caballeros, calle de los Peces...
Existe otra curiosidad cual es que se han conservado nombres de ellas, pero que
han variado de calle, como la calle
Clavellina, que entonces era el corto tramo que hay delante de la Imprenta
Moderna, ya que la actual Clavellinas
se llamaba entonces calle Rabo Gato.
Otras curiosidades más podríamos citar, como el que la calle Grajas es la actual Javier García,
pero en su tramo bajo de Camino Llano, continuando en ángulo delante de donde
estuvo Correos, que hoy es el segundo tramo de Donoso Cortés. En fin, un Cáceres casi desconocido.
Diario HOY, 12 de mayo de 1985
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