
Estas cosas se saben hacer muy bien en Plasencia y a mí me da envidia,
porque en Cáceres se suelen hacer muy mal y los cacereños —y yo lo soy— tenemos
que reconocerlo. Aquí nuestro pueblo sabe quién se merece alguna distinción de
este tipo, pero nuestros ediles (no éstos, sino los de todos los tiempos) lo
desconocen o buscan a personas raras a las que por la política del momento hay
que distinguirlos, sin que en muchos casos el pueblo esté de acuerdo con ellos.
Podría dar la lista de hijos adoptivos, predilectos, alcaldes honorarios y
concejales de honor que tiene el Ayuntamiento de Cáceres y que la mayoría son
perfectamente desconocidos en la ciudad y, lo que es peor, lo siguen siendo
después de nombrados. Plasencia lo hace bien y nosotros mal.
Ahora tengo entendido que a Alfonso Díaz de Bustamante, un alcalde
excepcional de Cáceres, aunque no nacido aquí, se le hará académico de la Real
de Extremadura, cosa que me parece un acierto, pero creo que el Ayuntamiento de
Cáceres tiene suficiente deuda con este ex alcalde como para haberle dicho; “gracias”, de algún modo y por lo que sea
no acaba de hacerlo… y esto es solo un ejemplo.
Diario HOY, 4 de mayo de 1985
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