Hoy vamos a continuar con la historia local. Extrañan los raros
nombres que llevan algunas fincas de los alrededores de Cáceres, como las
llamadas “Mingolla”, “Mingajilla” y algún otro parecido, que proceden del
apellido de su primer propietario: Migolla, al que se ha transformado
adicionalmente una ene.
El apellido Migolla es de gran antigüedad en nuestra ciudad, aunque
hoy está perdido, y lo llevaron ilustres caballeros entroncados con la mejor
nobleza cacereña, que era tanto como decir la mejor nobleza española.
Por los años de 1446 uno de ellos, Juan Alfonso de Migolla,
protagonizó un lance curioso que vamos a narrarles. Estaba casado con una noble
y bellísima dama, Jimena Álvarez de Sotomayor, a quien el maestre de la Orden
de Alcántara, don Gutierre de Sotomayor, hombre falso y mujeriego aun a pesar
de sus votos religiosos, la galanteó sin recato ofendiendo al marido, que se
propuso matarle. Para ello, acompañado de otros dos parientes, le esperó en el
camino de Araya, ya que en dicha finca solía pasar temporadas el maestre. En
efecto, don Gutierre, muy temprano salió de la finca en una mañana fría de
invierno, por lo que se abrigó con un ropón de pieles que solía usar durante el
tiempo frío. Migolla le salió al paso y arremetió contra él desde su caballo
pasándole de parte a parte con su lanza y dejándole por muerto, por lo que huyó
a Sevilla. Pero resulta que la lanza solamente le había atravesado el ropón al
maestre que, repuesto de la caída, se dedicó a buscar a Migolla, al que condujo
a Alcántara donde le mandó ajusticiar.
Pero no queda ahí la cosa, sino que enterado el rey donó al maestre
los bienes confiscados a Migolla que, a su vez, los donó a Juan de la Peña,
otro cacereño, cuyo nombre, por cierto, quedó en la que hoy llamamos calle
Peñas.
Diario HOY, 16 de marzo de 1985
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