domingo, 10 de diciembre de 2017

El fin de semana


Oiga, no es que uno sea pesimista, es que le hacen. Usted mismo, que se dispone a pasar tan ricamente el fin de semana, máxime presentándose soleado como éste, coge el periódico y distraídamente lee: “Las viudas y viudos varones menores de 45 años pueden quedarse sin pensión”. O bien: “Los hijos de los que declaren patrimonio no obtendrán becas”; o “Se aprueban nuevas normas de gestión tributaria, mucho más sofisticadas que las otras”; y como las noticias no las elaboran los periódicos, que se ciñen a ser simples espejos que reflejan lo que sucede a su alrededor, de momento se indigna con ellos: “¡no traen más que desgracias!”, dice, pero luego lo piensa y su indignación se dirige a los que gobiernan, a los que administra, o a los que tienen de momento la sartén por el mango, que son los que proporcionan esas noticias a los periódicos y que no deben tener otras más optimistas, porque no las proporcionan, o porque en esta España nuestra debe estar prohibido sonreír y si no lo está de momento, llegaremos a ello, o a que se nos cobre un impuesto por reír y ser feliz o tener cara de ello (ya verá como el tener cara de hombre feliz acaba siendo un signo externo de riqueza, y si no al tiempo).
En fin, por distraerse enciende la TV y le “cascan” las desgracias de Centroamérica, o las nuestras de la ETA, o, si tiene suerte, y están poniendo una película o una serie, si es “La Rosa Amarilla” o “Jefes”, acaba usted indignado con la serie de faenas continuas que se hacen los personajes de ficción, y no digamos con la de los lagartos, del sábado, que acabará soñándose con que los del gobierno son extraterrestres, disfrazados de socialistas, que tratan de engullirle como sea.
En fin, una pesadilla, por lo que me marcharé a coger espárragos o cardillos, sin leer, oír, ni ver, para no terminar revuelto y cabreado.
Diario HOY, 17 de marzo de 1985

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