A la grey cazadora todo se le está viniendo encima. Por si fuera poco
la falta de caza, las restricciones de ejercer el deporte cinegético y las cada
día más numerosas especies protegidas, se empeñan ahora en examinar a los
cazadores para concederles la licencia. El asunto está aprobado y solamente
cabe esperar a que la norma empiece a aplicarse. Yo no sé qué es lo que mueve
esta nueva moda que se ha tratado de explicar un poco a medias, diciendo que
hay cazadores que al no conocer bien las especies protegidas y las no
protegidas pueden disparar por error sobre estas últimas, cada vez más
numerosas, y no sobre las poquitas que van quedando para ejercitarse en el
deporte cinegético. La mayoría de los cazadores piensan que se trata de una “sacaliña” más por la que te cobrarán un
buen pico, ya que nuestros actuales gobernantes tienen un tremendo afán
recaudatorio, como puede demostrarse con la creación de esa nueva lotería con
que nos amenazan, en un país donde el juego de tipo oficial y el consentido nos
tienen a punto de saturación. De no ser eso, no se explica el afán de complicación
burocrática en los asuntos cinegéticos en los que, hoy en día si quieres salir
al campo realmente documentado, tienes que llevar otro morral con los papeles.
En fin, que el asunto no ha caído bien entre los cazadores, que no
reciben más que pegas de la Administración.
Hay quien nos ha dicho que el asunto de la caza es delicado y no puede
consentirse que salga al campo un cazador sin estar examinado a conciencia.
Pues bien, para convencernos de eso diríamos que los que realmente necesitan
examen son los políticos, cuyo “deporte”
es bastante más peligroso que el de la caza y hasta puede tener peores
consecuencias para el futuro de la nación que el equivocarse de pajarito.
Pedimos que los que intenten ir en una lista sean rigurosamente examinados por
un tribunal popular de cazadores.
Diario HOY, 8 de febrero de 1987
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