Pienso yo que la vida se nos está volviendo muy seria. Nos hemos
acostumbrado a marchar con cara de palo por ella y los responsables de la cosa
pública han tomado un estilo de seriedad a todos los niveles y en todos los
sectores, que nos está produciendo una úlcera, no en el estómago, sino en el
alma —que es el sitio donde más daño pueden hacer las úlceras—. La “mala gaita” que suelen tener nuestros
gobernantes se nos está contagiando a todos, porque ellos son los que suelen impartir
la moda del estilo, y a ellos se los suele imitar en otros estamentos que están
por bajo. No es que yo me oponga a que las cosas no sean serias, sino al
destierro del humor y de la risa que esos “tíos
cara de palo” nos están contagiando a todos.
Normalmente, la persona que no tiene sentido del humor es una persona
incompleta. Así lo pensaban los griegos, que llegaron a tener la civilización
democrática más importante de su tiempo y de otros muchos, solían condenar al ostracismo (lo que ahora sería el destierro)
a la persona a la que no se la había visto reír durante el año, con lo que
lograban unas mentes sanas, porque las personas que no ríen, que no tienen
sentido del humor, llevan alguna de esas úlceras de que hablamos en el alma y
son realmente enfermos.
Por estas razones que doy, a mí me ha parecido de perlas lo que vienen anunciando la Caja de
Ahorros de Cáceres, que es un ciclo sobre “El
humor intelectual” por el que pasarán, entre otros: Alfonso Ussía y
Mingote, Como me parecen de perlas los espacios de humor —cada día más escasos—
que tienen nuestros medios audiovisuales, entre los que podría citar el llamado
“Estado de la nación”, con
intervención de los humoristas del momento, que realiza la COPE. Lo que no me
gusta es el título del ciclo, por lo de intelectual, porque pienso que el humor
es de todos y lo de intelectual suena a demasiado serio.
Diario HOY, 23 de noviembre de 1986
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