A veces uno está a punto de perder la poca fe que le va quedando en la
administración y la alta burocracia a todos los niveles. Pienso que hay
organismos que tienen que modificar su trato y orientación e el mismo sentido
que se ha modificado el estar en una democracia orgánica —a la que ahora se
llama dictadura— o una democracia a secas. Quedan algunos organismos y personas
rezagadas, pero la evolución se va consiguiendo poco a poco. Prueba de lo que
decimos puede ser lo difícil que se nos puso el que nos atendieran a la
petición ciudadana de ampliación del plazo de cobro de la contribución
territorial urbana, que al fin ha sido prorrogada por el Ministerio de
Hacienda. Nos consta que gestiones en ese sentido han hecho el actual delegado
del Ministerio en Cáceres, y el alcalde de la ciudad, que las anunció a la
prensa. Ambas gestiones han dado un resultado positivo y no es cosa ahora de
investigar cual de las dos gestiones surtió mejor efecto, o si lo fueron ambas
conjuntamente. El contribuyente se dice aquello de “hágase el milagro y hágalo el diablo” y el milagro, que se veía tan
difícil, de prórroga del plazo hasta el final de este mes, se ha conseguido y
el contribuyente está agradecido a todos los gestores, porque se dice además
que era de justicia que así fuera.
Pero hay algo que debería recalcarse, aun a pesar de este júbilo, y es que las cosas en
general deben hacerse, para otra ocasión, con más cabeza. No puede permitirse
que los recibos vengan plagados de errores y se de un plazo de un mes escaso
para cobrar algo así como 23.000 recibos, en una oficina recaudatoria que no
tiene capacidad para atender más de un centenar de ellos diarios o al máximo
dos centenares, porque si se echan cuentas a ese ritmo hacen falta cien días
para poder atender a todos. De todos modos, gracias a ambos gestores.
Diario HOY, 16 de noviembre de 1986
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