Lógico es que hoy hablemos de algún tema relacionado con las fechas,
como puede ser la confección del “belén”
o “nacimiento”, como tradición
familiar y cristiana que iniciara, hace ya siglos, el propio San Francisco
de Asís. Esta ha sido una tradición muy
arraigada en España, diciéndose que nos llegó de Italia, y que un propagador de
la misma fue el propio rey Carlos III. Yo no lo sé, pero lo que sí puedo decir
es que, en Cáceres, este año ha vuelto a tener un arraigo que se comenzaba a
perder, aún a pesar de haberse organizado años atrás como estímulo algunos
concursos referidos a “belenes” o “nacimientos”. El árbol de Navidad era
más cómodo y más rápido de poner y, como novedad llegada de fuera, comenzó a
tener un gran arraigo, como lo ha tenido también Papá Noel en detrimento de
nuestros tradicionales reyes: Melchor, Gaspar y Baltasar. Yo no estoy en contra
de otras tradiciones navideñas porque todas deben estar imbuidas del mismo
espíritu y la Navidad es universal, aún para los que no creen en estas cosas,
pero me alegra ver que nuestras tradiciones se mantienen y, si en algún momento
pareció se perdería, ver que vuelven a
afianzarse con más arraigo. Todo esto se puede deducir de la cantidad de
figuritas y casitas de Navidad que se venden, en puestos callejeros y ver que nuestros
niños vuelven a interesarse por hacer sus “belenes”,
aunque ahora las figuras sean de plástico y las casitas de poliéster pintado.
Creo que el hacer el “belén”
tiene gran virtud de unir a la familia, recabar la ayuda de los padres, salir a
buscar musgo o adornos y ofrecer a todos algo que la familia en conjunto ha
trazado y en la que hay aportación de todos, aparte de ser un recuerdo al
nacimiento de Cristo que nació hace casi dos mil años en esa aldea de Judá
llamada en su época “Beth-lehem”,
cuyo significado es: casa del pan, porque Él luego sería Pan para todos.
Diario HOY, 24 de diciembre de 1986
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